|Introducción: Eco de dolor|

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Él había alcanzado un punto de no retorno, un punto en el que su alma no saldría de ese ciclo de dolor y sufrimiento; lo permití

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Él había alcanzado un punto de no retorno, un punto en el que su alma no saldría de ese ciclo de dolor y sufrimiento; lo permití. ¿Por qué? No estoy seguro, pero, cuando me di cuenta, ya era tarde. Comenzó un nuevo orden: destruyó todo lo que me esforcé en construir en un abrir y cerrar de ojos, tan sólo para que la humanidad tuviera una segunda oportunidad. Aunque puedo dar certeza de que él no era tan benévolo; no lo hizo por ellos. Fue un impulso egoísta y emocional. De lo contrario, ¿para qué exterminarlos? ¿No era mejor dejarlos vivir con el remordimiento de sus errores? ¿Por qué comenzar de cero?

 De lo contrario, ¿para qué exterminarlos? ¿No era mejor dejarlos vivir con el remordimiento de sus errores? ¿Por qué comenzar de cero?

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Un ligero escalofrío se extendió por su espina dorsal.

Al abrir los ojos, percibió la densa oscuridad en la que se encontraba sumergido: su propio infierno. Ese que lo atormentaba en silencio, llenándolo de dolor y soledad para que continuaran siendo parte inherente de su ser.

Suspiró y se llevó una mano al tabique de la nariz, masajeándolo.

Desde que se marchó de su mundo, hasta ese instante, no sentía que nada hubiera cambiado en realidad. Ni siquiera después de tantas conversaciones con el señor Naiald, ni del tiempo compartido con la pequeña Niarys. Empero, ahora existía una sensación hacía eco en su corazón y en su mente: un sentimiento que llenaba el vacío que reinaba en lo más profundo de su alma y del que no había sido consciente hasta ese punto.

«¿Por qué?», se cuestionó en un fugaz soplo.

Se colocó de pie y apretó las manos a los costados, admirando las siluetas de las ruinas de lo que antes fue un lugar acogedor. Desvió la inspección mientras arrugaba el entrecejo; una parte de él lo odiaba por el dolor que le generaba en el pecho. Después de todo, no afectaba cómo o cuándo alguien llegara a su vida, nada había vuelto a ser igual después de los sucesos tras la Segunda Guerra de Exterminio.

No se trataba nada más de evidenciar la corrupción que estaba mal en un sistema en el que los nativos confiaban su vida ciegamente; era más que eso. Incluso iba más allá de lo que le habían arrebatado al ser juzgado por delitos que no hubiese sido capaz de cometer.

|Una memoria perdida|Where stories live. Discover now