|Capítulo 14: Revelaciones, parte I|

68 15 98
                                    

Él esperaba que la humanidad conviviera con un aliento de vida que sólo las deidades y los Titanes poseyeron en su época; ¿cómo creía que reaccionarían a una esencia eterna que les ha sido desconocida desde su creación?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Él esperaba que la humanidad conviviera con un aliento de vida que sólo las deidades y los Titanes poseyeron en su época; ¿cómo creía que reaccionarían a una esencia eterna que les ha sido desconocida desde su creación?

Él esperaba que la humanidad conviviera con un aliento de vida que sólo las deidades y los Titanes poseyeron en su época; ¿cómo creía que reaccionarían a una esencia eterna que les ha sido desconocida desde su creación?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Gran Nación Tiempo, tierras sagradas de Oge.

La cabeza de Khrizira daba vueltas, una y otra vez.

Al llegar a su residencia, después de que su apreciado amigo la acompañara, lo primero que Khrizira vio fue una misiva en el suelo de la pequeña sala. Agradeció que Zaothir se hubiera marchado temprano y que ella no se hubiera atrevido a invitarlo a entrar. Con manos temblorosas, la tomó y leyó su contenido.

Las palabras eran breves:

«Debemos encontrarnos».

Como era de esperarse, no había firma, pero ella intuyó de quién podría ser: la Guardián del Tiempo y la Emperatriz de Oge. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en las posibles consecuencias de ese encuentro. Su corazón se aceleró.

Decidió no dejar rastro de la carta.

Con audacia, encendió una luminaria colgada en la pared y la usó para quemar el papel, viendo cómo las llamas consumían las palabras en un parpadeo fugaz. Era mejor mantener la confidencialidad de esa comunicación.

Después de tomar una ducha caliente para calmarse y ordenar sus ideas, Khrizira salió con extrema cautela. Avanzó por las amplias y solitarias veredas de la Gran Nación Tiempo, suministrando pequeñas ojeadas hacia atrás cada cierta cantidad de pasos, asegurándose de que nadie la siguiera.

Transcurridos algunos minutos, se detuvo en los alrededores del Bosque Gemura.

Su semblante se iluminó cuando atisbó una regia silueta familiar moverse entre el espeso follaje.

Con el corazón acelerado por la emoción, dio un paso más cerca, enfocando su mirada a pesar de la escasa iluminación. Sin embargo, lo que vio superó todas sus expectativas. No era su imaginación, ni una ilusión fugaz. La calidez del Ha, que sólo sintió una vez en toda su vida, se hizo presente. Su cuerpo reaccionó y lo primero que hizo fue correr, adentrándose al arbolado sin importarle las ramas que le erosionaban la piel.

|Una memoria perdida|Where stories live. Discover now