|Capítulo 42: ¿Esperanza?|

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Él no tuvo compasión de nadie, sus acciones fueron marcadas por la crueldad y la indiferencia; una y otra vez

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Él no tuvo compasión de nadie, sus acciones fueron marcadas por la crueldad y la indiferencia; una y otra vez. Sólo dejó un rastro de destrucción a su paso. Entonces, ¿por qué yo debería tenerla de su alma? ¿Por qué debería extender mi mano hacia aquel que nunca dudó en cerrar la suya? La justicia clama por equilibrio, y la balanza se ha inclinado demasiado hacia un lado para ignorarla. El tiempo de la retribución ha llegado, y con él, la promesa de un nuevo amanecer para aquellos que sufrieron bajo su yugo.

 El tiempo de la retribución ha llegado, y con él, la promesa de un nuevo amanecer para aquellos que sufrieron bajo su yugo

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Ciudad capital de Koher, Xarynes.

Territorios conquistados por los Oscuros, reino de Caeles.

Thirevas se encontraba reunido en el despacho que le correspondía, en compañía de Grynol, un hábil estratega que llamó como su segundo al mando —el Capitán General— poco tiempo después de su propio ascenso. El primero se dejó caer sobre la silla detrás del escritorio, cuya superficie se encontraba abarrotada de innumerables papeles que detallaban los territorios en disputa.

En cambio, el Capitán mantuvo una postura de descanso marcial, con la espalda erguida y los músculos tensos. El agudo resplandor de las luminarias mágicas destacaba las marcas de experiencia en su rostro curtido, mientras observaba con atención al superior.

Acto seguido, el Almirante resopló y se peinó el cabello hacia atrás con gesto distraído.

—Los Caelestis han sido una molestia constante en estos últimos meses —comentó. Luego, se apretó el tabique de la nariz, como si intentara aliviar una creciente tensión interna—. Drokshara, son como una peste.

Sin poder evitarlo, Grynol soltó una dócil carcajada, que iba acompañada de los murmullos constantes de voces provenientes de los pasillos se filtraba por las rendijas de la entrada a su espalda.

Estaba tan acostumbrado a oír las innumerables quejas de Thirevas, así como cuando maldecía con frecuencia, que se conservó expectante por un largo mutismo. Era extraño que los gritos y golpes, que a menudo acompañaban tales desahogos, no se manifestaran en dicha ocasión. En especial, por su acción previa, la cual podría ser catalogada fácilmente de «inapropiada» por el más joven.

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⏰ Last updated: May 06 ⏰

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