|Capítulo 15: El Leier de Kaha|

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Él sería un héroe, tendría todo al alcance de sus manos

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Él sería un héroe, tendría todo al alcance de sus manos. Sin embargo, al igual que yo, cometió errores.

 Sin embargo, al igual que yo, cometió errores

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Nación Satoh, tierras de Kaha.

A diferencia de sus viejos colegas, Nath no frecuentaba su despacho.

Él prefería pasear por las calles de Satoh a medida que autorizaba y rechazaba certificaciones o cualquier documento fundamental. Las cuales eran leídas y separadas por su consejero principal. Esto, porque resultaba más fácil firmarlas una vez que regresara a la oficina al caer la tarde, quedándose allí hasta que tuviera que retirarse a su hogar durante las primeras horas del anochecer.

Si un nativo deseaba charlar con él, debía recorrer las veredas o esperar con paciencia en las afueras de la delegación hasta que el jerarca apareciera.

Durante sus paseos, era común verlo detenerse para conversar con los oriundos, escuchando inquietudes y brindando palabras de aliento. No importaba si se trataba de un comerciante luchando por mantener su negocio a flote, un cultivador preocupado por las condiciones climáticas o un alumno ansioso por un futuro prometedor.

Nath les otorgaba su atención plena y genuina.

Además de escuchar, también actuaba.

—El Consejo Supremo extiende elogios por tu desempeño, zerath —anunció Sneith, extendiéndole el pliego respectivo.

—«Por tener un extraordinario ejército de soldados a entera disposición de sus tierras y alianzas en un período excepcional» —leyó con orgullo y sonrió apartando el documento con calma—. Responde de inmediato expresando gratitud.

El joven consejero asintió con vehemencia y se marchó con los documentos ya ordenados.

A pesar de lo mucho que Nath odiaba la idea, era innegable que Sneith era una copia exacta de él. Más allá de lo físico, aunque más bajito y delgado, la personalidad de ambos era similar. Después de todo, lo cuidó cuando su madre murió y el desgraciado de su padre los abandonó a merced de la suerte, siendo uno de esos jerarcas que poseía «la maldición de Kaha». Misma razón por la que el menor se refería a él como «papá» en diversas ocasiones, hecho que no le molestaba.

|Una memoria perdida|Where stories live. Discover now