|Capítulo 18: Examen de Admisión, parte I|

21 11 16
                                    

¿Por qué? Intento entenderlos, pero cada vez que indago a fondo, me encuentro con más preguntas que respuestas

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

¿Por qué? Intento entenderlos, pero cada vez que indago a fondo, me encuentro con más preguntas que respuestas.

¿Por qué? Intento entenderlos, pero cada vez que indago a fondo, me encuentro con más preguntas que respuestas

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

Región Vikeesh, tierras de Kihoi.

Una multitud de novicios se congregaba en las cercanías del destino primordial, esperando ansiosos por el inicio del Examen. Los ojos cian del joven Tsarki se iluminaron al divisar a los numerosos aprendices contemporáneos, cada uno ataviado con las ropas distintivas de sus respectivas tierras. En la distancia, reconoció a Aroha, destacándose entre la multitud a pesar de su baja estatura y cuerpo delgado.

Fue gracias al Ha que ella irradiaba que consiguió localizarla. Las comisuras de sus labios de se elevaron.

—Nos vemos luego, zerath —dijo en despedida hacia Arjhan.

Este le sonrió en respuesta.

Virav caminó entre la aglomeración de personas, con el corazón latiéndole a un ritmo desenfrenado

—¡Ki ora, Ari! —saludó, entusiasmado.

Los ojos cerúleos de la joven Arshad irradiaron un fulgor especial al toparse con Virav y sus mejillas se tiñeron de un tenue escarlata. Todo a los alrededores de ambos se desvaneció; sólo existían ellos. Para él, ese momento era un cuadro que pretendía grabar en su memoria. Era similar a la ocasión en la que se encontró frente a frente con la hermosa pecosa en Maa, aunque su corazón le susurraba que esa no fue la primera vez. A fin de cuentas, las cálidas emociones se acrecentaban con cada latido de su corazón.

Aroha rompió el silencio con su melódica voz:

Ki ora, Vir.

Un cosquilleo de emoción recorrió el estómago del antedicho. Sin expresar una palabra, se aproximó a ella. Realizaron el hongi: el saludo maorí, íntimo y tradicional. Respiraron hondo al unísono, compartiendo el mismo aire mientras acoplaban sus frentes en un gesto íntimo. Fue un momento en el que el tiempo pareció detenerse y el mundo se redujo a su vínculo hasta que se separaron.

|Una memoria perdida|Onde as histórias ganham vida. Descobre agora