Capítulo 4: El Pacto de Formentera

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*Luz POV *

Las primeras semanas de rodaje fueron largas e incómodas. Las agradecí porque eran la excusa perfecta para dar largas a mi novio, que estaba especialmente susceptible porque no le prestaba la suficiente atención. Y cuánta más atención reclamaba, más tedioso se me hacía proporcionársela.

De todos modos, tras nuestro encontronazo, las cosas con Ainhoa fueron a peor. A mucho peor. Cuando estábamos en la misma habitación la tensión era absurda e imposible de ignorar.

Era muy obvio que en lugar de ser dos personas trabajando en un mismo equipo para lograr sacar adelante el proyecto, éramos dos actrices en constante competición. Era consciente de que el resto del elenco trataba de evitar encontrarse de por medio en los momentos en los que coincidíamos irremediablemente. Cuando Ainhoa y yo discutíamos por el mínimo inconveniente, todos desaparecían.

Y los que no podían, fingían que no se enteraban y guardaban silencio, esperando que pasara el temporal.

Sabía que yo estaba siendo culpable de muchas de esas situaciones. Me sentía inestable, dormía regular y no había parado de darle vueltas a lo que había pasado ese primer día en que coincidimos.

Intentaba olvidar cómo me había sentido porque cuando me recordaba frente a ella, en la puerta de su camerino, era como si mi sangre se volviera efervescente. Como si algo burbujeara de repente dentro de mí y me ponía nerviosa. Muy nerviosa. Era una sensación que me invadía y no había forma de evitar sentir una vergüenza inexplicable ante los pensamientos extraños que había tenido.

Se reproducían de repente imágenes, flashbacks de los ojos de Ainhoa escaneándome, yo frente a ella a medio vestir y ese calor provocado por la rabia y por lo cerca que había tenido sus labios...  y entonces buscaba cualquier excusa para distraer mi mente y para que, bajo ningún concepto, nadie pudiera notar que la presencia de Ainhoa me hacía sentir débil.

Sí, desde entonces todo había empeorado muchísimo.

Era prácticamente imposible que estuviéramos más rato de la cuenta en el mismo sitio. No había día que Ainhoa y yo no nos engancháramos por cualquier tontería. Le gustaba reírse cuando me equivocaba, hacer comentarios fuera de lugar, y yo no perdía la ocasión de dejarla en evidencia y de tirarle pullas para atacar esos puntos débiles que había ido descubriendo.

Lo que fuera para dejar de imaginarme que daba rienda suelta a ese impulso ilógico que me había sobrevenido ese día.

Una tarde me escondí en mi rincón de pensar, el que usaba para repasar mis líneas de texto lejos del ruido y sin que nadie pudiera interrumpirme. Nadie sabía que estaba ahí. Necesitaba aire, alejarme un poco del estrés y de ella, estaba muy cansada como para seguir a la gresca.

Así que me metí ahí, escondida entre paneles y material.

-        Son dos divas – levanté la vista cuando escuché a Miguel Martínez, el actor que hacía del compañero de la inspectora Écija – Supongo que es lo normal en estos sitios, no quiero contarte mis penas y Ainhoa y Luz no deben ser las primeras con las que te cruzas. Intento poner cordura, pero es que si no es una es la otra. Me siento mal, me recuerdan a mis padres, ¿eso es raro?

Miguel no sabía que lo estaba escuchando y la muchacha que le estaba acabando de arreglar el maquillaje simplemente asintió.

-        El otro día escuché a los chicos – le confesó - Estaban apostando por cual ganaría si lucharan en el barro. Les dije que eso no estaba bien, ¿eh? Que no me metan a mi en sus cosas... Pero la verdad es que me da miedo porque al final están más rato peleando por tonterías que trabajando. Y eso nos va a pasar factura, verás. Ya lo decía mi abuela que estas cosas dan indigestión al final.

La Luz de Los FocosWhere stories live. Discover now