Capítulo 24: Tranquila

6K 273 735
                                    

*Ainhoa POV*

-            ¿Se ha ido? – me preguntó Luz algo insegura, abriendo muy despacio la puerta de mi habitación.

Supuse que hablaba de Menchu, y una vez la puerta estuvo abierta, quedó bastante claro que no había nadie ya en mi casa. No sabía qué hora era exactamente, pero no se oía ni una mosca. Solo algún coche de vez en cuando, muy amortizado.

-            Seguramente hace rato – me acerqué a ella sin que se lo esperase y se sobresaltó cuando la abracé por detrás.

Pero no se apartó.

Del pijama, que cada vez tenía más claro que ya era más suyo que mío, sólo llevaba la camiseta y porque se le había ocurrido ponérsela, por desgracia.

Porque no habría salido de mi habitación sin vestir, claro.

Al sentir mis brazos entorno a su cintura, Luz apoyó su espalda en mi pecho, mientras dejaba que le besara la cabeza.

Me gustaba tenerla así.

Era el sitio lógico al que pertenecía.

Las tripas de Luz la delataron, como habían hecho minutos antes, rugiendo un poco. Eso me recordó el motivo por el que la había dejado salir de la cama.

Tuve que soltarla porque tampoco tenía mucho sentido quedarnos ahí de pie en el marco de mi puerta haciendo absolutamente nada.

Salí al pasillo delante de ella. Todas las luces de mi casa estaban apagadas y hacía rato que se había hecho de noche.

-            Vamos a la cocina – le propuse.

Le tendí la mano, ella la tomó y me siguió. Yo me conocía el camino aun a oscuras, pero ella iba despacio, dejando que la guiara porque todavía no se había hecho a mi apartamento.

Podría haber encendido la luz, pero lo pensé cuando ya habíamos llegado a la puerta de la cocina, y tampoco es que me quejara yo de que Luz hubiese acabado agarrándose a mí con ambas manos.

El fosforescente blanco parpadeó un instante antes de encenderse.

-  ¿Pero tú sabes usar esto? - me preguntó desconfiada - Mira que no quiero tener que llamar a los bomberos. Ya llamé a la policía la otra vez.

-   Es mi inducción, ¿por qué no iba a saber usarla?

No contestó, pero se le dibujó esa sonrisa de satisfacción y entendí que sólo me estaba tomando el pelo. Y que yo había caído en su trampa.

Resoplé.

Me hubiese gustado responderle algo y bajarle los humos, borrarle esa satisfacción de la cara, pero es que se me movió algo en la barriga cuando vi esa sonrisa y decidí dejarla ganar.

La habría dejado ganar mil veces.

Me di la vuelta para encarar el frigorífico antes de que mi sonrisa de idiota me delatara del todo y todavía tuviera aún más tantos que apuntarse.

-   De todos modos - le dije - creo que queda comida en la nevera.

Y, bueno, sí, sabía usar la maldita inducción, completamente inútil no era, pero eso no significaba que me apeteciera cocinar.

-             ¿Y helado? ¿Tienes helado? - me preguntó, ofreciéndome una salida que me gustaba más.

Aunque creo que más que una oferta, era un capricho.

Se apoyó en la encimera con ambos brazos y se levantó sobre las puntas de su pies, esperando a que yo le respondiera, con una expresión inocente y expectante que se me antojó demasiado dulce.

La Luz de Los FocosWhere stories live. Discover now