Capítulo 28: Cuando Estás

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*Ainhoa POV*

-       No puedes pedirme esto – dije.

Pero ella estaba tan cerca que mi voz apenas tuvo fuerza.

Y no se inmutó.

No pareció que mis palabras tuvieran ningún tipo de efecto en sus actos. Como si en lugar de decirle que no, de haberla rechazado, la estuviera animando a acercarse más.

Como si no creyese que fuera en serio, porque no había sonado especialmente en serio.

Y yo lo había dicho, sí, pero no sabía si iba a ser capaz de apartarme si intentaba algo más.

No sabía si iba a ser capaz de detenerla.

No sabía si iba a volver a quedarme completamente inmóvil dejándola hacer, dejándola tocarme. Ni si realmente no quería que lo hiciera.

Y sus ojos me observaban.

Se hizo el silencio mientras analizaba mi expresión y no encontraba nada en ella que le dijera que no, que no quería que me besara, que no me tomara entre sus manos, entre las mismas que me habían tomado tantas veces, y que no me devolviera ese último beso que yo le había dado la última noche.

Esa noche en que se desvaneció.

Esa noche en la que toda la fantasía se rompió.

-         Párame - susurró provocando cosas que no tenía derecho a provocar - si es lo que quieres.

Fue la forma en que su voz me alcanzó. Como sus dedos se habían posado en mi cara, su calor me reclamaba de nuevo.

La sensación de familiaridad, de necesidad.

¿Cuántas veces había deseado oírla decir aquello?

Que pensaba en mí.

Que me buscaba en otros lados.

Su tacto. Su aliento. Mi respiración haciéndose pesada. Cerré los ojos intentando controlar lo que me estaba produciendo.

Era imposible que toda aquel derroche de lujuria que me había regalado sólo hubiese sido un espejismo.

Era imposible que la forma en la que me había tratado, la forma en la que me había acariciado, como sus labios habían recorrido cada centímetro de mi piel, hubieran sido fingidos.

No era posible que hubiese podido irse sin más.

Y yo había deseado que me buscara en otros lados.

Y que no me encontrara.

Y que volviera a mí.

Que me dijera exactamente eso: que había sido lo mejor que le había pasado.

Y que deseaba tenerme de nuevo.

Que me deseaba a mí.

En la forma en que sus manos se posaron en mi cuello y se me erizó la piel, pude sentir esa cosa. Esa cosa que se agarraba a mi estómago.

Por un instante lo pensé.

Por un instante me dije a mí misma que no era mi culpa.

Por un instante me maldije por ser incapaz de detenerla.

Fue un instante apenas en el que tuve remordimientos de consciencia antes siquiera de que ocurriera.

Antes de que esa minúscula distancia entre su boca y mis labios se evaporase. Lo deseé.

-          Para – puse una mano en su pecho y la aparté.

-           ¿Qué pasa? - me preguntó bajando la vista, posando su mano encima de la mía.

La Luz de Los FocosWhere stories live. Discover now