Capítulo 10: Miedo

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Luz POV*

- Luz, por favor, sólo te pido que te esfuerces un poco – me decía el director.

- Que ya lo estoy haciendo – protesté – Además, esto no estaba planeado, habéis cambiado media película durante las navidades. No creo que Ana fuera jamás a enrollarse con este tipo.

Entorno a nosotros el equipo nos miraba sin decir palabra.

- Lo hace para sonsacarle información – me espetó – Y tu trabajo no es cuestionar el nuestro, ¿o sí?

- No... - murmuré.

- Pues entra ahí, sedúcele a él, a nosotros y de paso a todo el que vea la maldita película.

Era eso.

Lo que querían era vender sexo.

Cuando me habían planteado el proyecto, me había parecido una idea rompedora que ni mi personaje ni el de Ainhoa tuvieran intereses románticos. Y ahora no podían añadir ninguno de la nada sin hacer que toda la película tuviera que rodarse de nuevo. Así que simplemente habían decidido que mi personaje vendiese su cuerpo a un tipo de la organización criminal a cambio de que le diera una información que podía conseguir perfectamente de cualquier otro modo.

Suspiré.

Escupí de mala gana en la basura el caramelo de menta que me había estado comiendo durante ese pequeño descanso, porque era ya la quinta vez que nos besábamos y empezaba a sentir un asco horroroso hacia mi propia boca.

No era la primera vez que tenía que rodar una escena así con un completo desconocido ante un millón de personas mirando, pero estaba molesta con ese cambio.

Juro que intenté mirarlo con ganas, intenté meterme en el papel y convencerme. Pero en cuanto el chico aparecía, todo se me caía a los pies.

Intenté actuar como si realmente quisiera hacerle creer que me gustaba. Pero era sentir su aliento, el perfume genérico de treintañero y esos labios ásperos y me bloqueaba.

No pude.

- ¿Por qué no te tomas un descanso? – me pidieron – Más tarde lo volvemos a intentar.

Acepté, frustrada conmigo misma.

No quería ser ese tipo de actriz conflictiva. A pesar de mi carácter y de que me costaba mucho quedarme callada, no era mi intención que me pusieran la etiqueta de problemática en la frente. No era bueno para mi carrera.

Pero era superior a mí.

Quise alejarme de todos y dejarlos trabajar, me moría de la incomodidad y hasta de la vergüenza. Llegué al final de la nave y giré en dirección a la puerta de salida. Entre murmuros. Porque seguro que me estaban criticando. Empujé la doble puerta con fuerza y salí al exterior.

El frío helado me golpeó la cara.

No me acordaba de que en el mundo real seguía siendo enero y que Madrid parecía Alaska ese día.

Pero no quería volver a entrar.

Me abracé a mí misma temblando y me senté en las escaleras de la puerta de enfrente, que conducían a otro set. El pequeño espacio en el que me encontraba me parecía suficiente refugio para respirar. Cuando empezaron a castañearme los dientes, me agarré las piernas y enterré mi cara en mis rodillas.

¿Se me había olvidado cómo se hacía mi trabajo?

Besar a ese hombre era desagradable. Sabía que él tampoco estaba disfrutando del momento, que sólo hacía lo que le habían mandado y que a nadie le gustaba rodar esas escenas mientras las luces te iluminaban la cara, las cámaras te seguían, la gente apuntaba y todo estaba coreografiado. Luego en pantalla quedaba bien, pero en el making off era muy invasivo.

La Luz de Los FocosWhere stories live. Discover now