Capítulo 27: Un sueño

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*Ainhoa POV*

-      ¿Puedo darte un abrazo? – la muchacha estaba temblando, Luz asintió y se dejó abrazar por una persona a la que no conocía – M-muchas gracias, eres u-un amor, Luz.

-      A ti – le contestó con una sonrisa.

Yo sonreí a la pantalla que tenía enfrente, intenté al menos hacerlo para que quedase natural. Nunca me había gustado mucho eso de las selfies, pero era lo más sencillo para hacer felices a los fans. Y no me costaba tanto.

-       No me lo puedo creer – resopló la chica con la que acababa de sacarme una foto – mil gracias, sois super majas, no os molestamos mas.

-     No molestáis – mentí.

Porque un poquito sí que me molestaban. Yo no quería compartir mi cita con desconocidas.

-       Jo, tengo muchas ganas de que estrenéis la película – dijo la misma chica que acababa de abrazar a Luz.

- Esperamos que os guste – le contestó ella.

Quería salir de ahí.

Estaba bastante tensa con la situación. Lo ir a ver el musical juntas había sido un salto de fe. Y ahora solo quería salir de ahí antes de que alguien más nos pidiera fotos.

Aunque Luz parecía en su salsa.

-     Admite que te ha gustado – dijo cuando llegó a mi altura, donde la esperaba.

-     ¿Eh? – hice aterrizando.

-       Matilda – me dijo.

-    ¿Así se llamaba la fan?

-   Jaja, qué graciosa - dijo dejando claro que no tenía gracia.

-       Ha sido... - intenté hacerme la interesante – Curioso.

-       Te ha gustado – volvió a decir, con una sonrisa de satisfacción.

Abrí la puerta del bar de cócteles al que nos habíamos dirigido para tomar algo antes de volver a casa y ella pasó por delante de mí, mientras la sujetaba abierta.

-     Que caballerosidad – murmuró.

-       Y te quejarás – sonreí.

-     ¿Qué vas a querer? – me preguntó.

Lo que quería era comérmela a besos.

Pero eso no estaba en la carta. Ni entre mis posibilidades. Eso de tener citas estaba bien, sí, pero lo de no poder lanzarme sobre su boca era agonizante.

Y la última vez que habíamos coincidido había sido de improvisto, en medio de la calle. Y tras todo el caos que se había producido, no había podido siquiera tocarla.

Esa tarde de viernes habíamos quedado ahí, frente al teatro y había tenido que conformarme con admirarla desde la distancia.

Su mano había encontrado la mía, en la oscuridad de nuestros asientos, y era lo más cerca que habíamos estado en días.

Y ahora estábamos ahí, en ese local, y no podía más.

Echaba de menos besarla. Muchísimo.

-       Estás preciosa – susurré, sin reparar en que no estaba respondiendo a su pregunta.

Le subieron los colores a las mejillas y desvió la vista al listado de bebidas.

-      No hagas eso... - murmuró.

-     ¿El qué?

-      Mirarme así – contestó.

-      ¿Por qué?

La Luz de Los FocosWhere stories live. Discover now