Parte 33

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PARTE 33

Betty regresó a la oficina de don Armando y se le estrujó el corazón al verlo así, tan derrotado.

Ella se lo había advertido, y, en cierta forma, él le había creído, pero todavía pensaba que había posibilidad de cambiar las cosas a su favor en Ecomoda.

Sin embargo, ella sabía que no era así.

Mientras los padres Valencia y Mendoza habían manejado la empresa, todo parecía haber estado bien, pero ahora sólo tenían dos personas dispuestas a asumir la presidencia, una sólo de manera tentativa, la otra ansiando hacerla crecer tanto como fuera posible, y muchas veces sin darse cuenta de cuán grandes eran los riesgos que quería correr.

La rivalidad era algo bastante común, también la reticencia a querer entregarle la presidencia a don Armando, pero bien podrían haber hablado sensatamente, renunciar a esa obsesión que parecían tener de que sea específicamente un Mendoza o un Valencia quien presida la empresa y contratar a alguien profesional que sepa lo que hace.

Si hubieran hecho algo así, entonces no habría habido ningún problema si tanto don Armando como don Daniel se presentaban de cuando en cuando a la empresa para supervisar el trabajo del presidente a cargo, tal vez incluso habrían podido proponer sus propias ideas, y trabajar en conjunto para buscar maneras seguras de hacerlas realidad.

Supervisar a alguien que contratas es algo normal, pedirle informes, también. El empleado lo sabe, por lo que se asegura de tener la información al día y no se ofende si alguno de los dueños aparece repentinamente y le pide informes.

Sin embargo, eso mismo no se aplica a la familia, así que no importaba cuánto derecho pudiera tener don Daniel a exigir información, porque para don Armando siempre sería humillante, ya que incluso si no compartían sangre, se habían criado como si fueran hermanos o primos, pero no se llevaban bien.

Incluso el hecho de que hubiera sido el voto de doña Marcela el que le concedió la presidencia, resultaba vergonzoso, ya que ella era hermana de don Daniel y novia de don Armando, y el hecho de que anduvieran por ahí diciendo que don Armando se había vendido a cambio del voto, era algo denigrante para ambos.

Esto también se habría evitado si hubieran podido separar la familia de la empresa y realizar un voto secreto, ya si cada cual votaba por su familia o por quien consideraran más apto, era asunto de cada quien, pero independientemente de quién ganara, no habría manera de saber quién dio el voto ganador y, por lo tanto, el elegido no habría tenido que preocuparse por quién le dio la victoria, ni habría deudas pendientes a raíz de dicho voto.

Para este desfile, don Armando estaba tan nervioso porque todo salga bien, que incluso había llegado a sugerir que el desfile se realice con las prendas elaboradas con telas 70/30, asegurando que temía que los compradores creyeran que los estaban engañando, pero como ya no estaba tan presionado como antes, lo había mencionado a todos. Don Hugo, obviamente, había puesto el grito en el cielo y amenazó con renunciar si don Armando hacía tal cosa.

Ella tampoco estaba de acuerdo con esto debido a lo que había sucedido con la colección anterior, pero había sido doña Catalina quien lo tranquilizó, explicándole que no engañarían a nadie, pues ellos venderían prendas con materiales 1A, las prendas con materiales 70/30 eran opcionales, dirigidos a aquellos clientes que estuvieran interesados y podían organizar un desfile privado para esos compradores si ellos lo solicitaban.

Sin embargo, la segunda línea no era un error, incluso doña Catalina lo había asegurado, lo que le había dado mucha más confianza todavía a don Armando al respecto.

Así que él lo había hablado con el amigo de doña Catalina, y don Hugo había armado un escándalo con la excusa de que se dañaría su reputación, si su nombre se relacionaba con ese tipo de ropa.

FEA, PERO NO ESTÚPIDAWhere stories live. Discover now