Parte 34

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Una vez pasó el escándalo y el pasillo se despejó, Betty fue a recoger sus cosas y ya se estaban marchando cuando escucharon las voces de don Armando y sus padres saliendo de la oficina de presidencia.

Betty no pensaba prestarles atención, pero estaban discutiendo, así que, inconscientemente, se detuvo y trató de entender de qué es lo que estaban hablando, y se sintió molesta cuando lo consiguió.

Don Roberto y doña Margarita estaban usando un tono suave y, aparentemente, conciliador, pero al igual que don Hugo, doña Margarita estaba en contra de hacer una línea para gente común.

Al parecer, ella quería que se hicieran diseños exclusivos, y ya habían tenido que aceptar que don Armando tomara esos diseños exclusivos y los produjera en grandes cantidades y en diferentes tallas, pero le parecía excesivo que él esperara que también hicieran diseños para gente común.

Eso haría que la reputación de Ecomoda se fuera al traste y ellos no estaban dispuestos a aceptarlo.

Por si fuera poco, don Roberto le estaba diciendo que aproveche el viaje que haría para reconsiderar ese despropósito de la segunda línea de ropa y que también debería tener cuidado con el poder que se otorgaba a sí mismo y a ella.

Ella ya se esperaba esta reacción respecto a la segunda línea y que tratarían de hacer cambiar de opinión a don Armando, pero le molestó que hablaran de ella de esa manera. Incluso si era una simple advertenecia sobre el tipo de poder que don Armando le estaba otorgando. Supuso que podía entender que estuvieran preocupados, pero no dejaba de ser ofensivo, pues al menos en el plano laboral, ella no había hecho nada que no estuviera de acuerdo con su cargo como Vicepresidenta Financiera, así que probablemente esto se debía a la confianza que le tenía don Armando.

Después de todo, doña Marcela le había dicho lo mismo hacía poco tiempo, que ella era quien estaba influenciando a don Armando con el tema de los costos y la segunda línea.

Bufó molesta y caminó con Nicolás hacia la salida. Si le importara lo que esta gente pensara, se habría marchado hace mucho tiempo, pero como no era así, podían pensar lo que quisieran.

De todos modos, muy pronto saldría de esta empresa. ¿Qué tan pronto? No lo sabía, pero a juzgar por la pregunta de don Armando en su oficina, con suerte sería antes del lanzamiento de la siguiente colección.

Nicolás también escuchó lo que dijeron, y, al igual que Betty, se sintió ofendido en su nombre, así que la siguió en silencio, queriendo salir de ese lugar cuanto antes.

Era increíble cuán inadecuado podía una persona hacerte sentir con apenas unas frases, sean o no justificadas, y las frases de ese hombre le habían hecho sentir como si Betty no fuera más que un estorbo en ese lugar.

Pero se obligó a respirar profundamente y calmarse, pues realmente era así, el único que quería sinceramente a Betty en ese lugar, era don Armando y, tal vez, ese doctor Valencia que parecía estar acercándose a Betty recientemente.

Pero quién sabía si su admiración por Betty era capaz de llegar al punto de imponerla en Ecomoda a los otros socios, a pesar de la amistad de Betty con don Armando.

Ahora más que nunca le gustaría que Betty saliera de este lugar, no sabía cómo podía soportarlo ella, él no podría soportar permanecer en un lugar donde todos lo vieran como un apestado.

Una vez las puertas del ascensor se abrieron, ya estaban por dirigirse a la puerta de salida, pero se encontraron con las del cuartel.

- Betty, mi hija ¿Qué se nos hizo?

Preguntó Bertha.

- Ay sí Betty, qué estrés. Estuvimos tratando de acercarnos a usted toda la noche, pero no nos hizo caso.

FEA, PERO NO ESTÚPIDAWhere stories live. Discover now