Parte 48

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PARTE 48

Apenas llegó a Bogotá, dejó su equipaje en el hotel y se dirigió a Ecomoda; no quería llevar a su hijo con ella, pero ahora estaba en el territorio de su familia, por lo que no se sentía segura de dejarlo con una niñera desconocida, por muy confiable que parezca la empresa para la cual trabaje; pues ya había comprobado en carne propia que cuando de su familia se trataba, incluso las mejores empresas perdían su confiabilidad.

Una vez en Ecomoda, quiso reír al encontrarse con Patricia Fernández en la recepción. Esa era otra arpía a la cual le gustaría destruir con sus propias manos, pues se las daba de muy dama de clase, pero era más arrabalera que una prostituta de los barrios bajos. Si acaso, lo único que la diferenciaba de una era que su carácter engreído la había hecho creer que el único hombre digno de acercarse a ella era uno con una cuenta bancaria ilimitada, además de pertenecer a una familia muy importante.

Sin embargo, todavía se había atrevido a difamarla y enlodar su reputación públicamente cuando se fue con Arturo, asegurando que ella siempre había sido una promiscua que se acostaba con cualquier tipo que se le cruzara en el camino; pero como siempre habían sido hombres que no pertenecían a su círculo social, nadie se había enterado.

Verla ahí, como una simple recepcionista a pesar de que en su mente ella se creía una reina digna de los mejores palacios, la hizo sentirse un poco reivindicada, lo que le pareció un muy buen comienzo.

Al final, aunque le gustaría molestarla, la junta directiva estaba a punto de comenzar, por lo que la ignoró y caminó directamente hacia el ascensor.

—Óigame... ¿A dónde cree que va? ¿Quién es usted? —Preguntó Patricia en un tono bastante grosero, pues no reconoció a la mujer que había caminado hacia el ascensor, pero era increíblemente hermosa y elegante, algo que despertó sus celos y automáticamente se le ocurrió que tal vez esta era la amante de Armando—. Este no es un lugar en el que cualquiera pueda ingresar —Añadió altaneramente.

—¿Qué sucede, Patricia? ¿No me recuerdas? —Le dijo Camila con frialdad, pero destilando un aire de superioridad en su voz—. ¿Me estás diciendo que no puedo ingresar a mi propia empresa? Porque te recuerdo que tengo acciones en esta empresa, así que tengo todo el derecho de venir cuando quiera —Agregó, esperando a que baje el ascensor.

—¿Ca-Camila? —Tartamudeó Patricia, retrocediendo un poco ante el recuerdo de la última vez que la había visto.

Se la había encontrado unos días después de su fuga con ese novio suyo y se había burlado de ella por irse a vivir con un don nadie y avergonzar a su familia; incluso le había dicho que tuviera cuidado de no convertirse en una de esas verduleras de los mercados de barrios bajos, a lo que Camila había respondido con una bofetada, la jaloneó y golpeó justo en medio del centro comercial.

Luego le dijo que estaba orgullosa de comportarse como una verdulera si eso la hacía feliz, por lo que cada vez que se la encontrara y tuviera el atrevimiento de dirigirle la palabra, le mostraría sus progresos en sus conocimientos de nueva verdulera.

Incluso cuando los guardias del centro comercial intentaron ayudarla, no habían podido lograrlo hasta que Camila misma decidió liberar su cabello, por lo que para ese momento ella realmente había estado demasiado dolorida y llorando desesperadamente.

Desde entonces, había estado tan aterrada de hablar de esa mujer, que se había asegurado dos y hasta tres veces de que ella no estaba cerca antes de hablar y cuando se fue del país huyendo del desastre en que se había convertido su vida, se había sentido vengada.

Así que verla ahí una vez más no sólo hizo que el miedo la inundara, sino que también se sintió avergonzada al darse cuenta que en esta ocasión ya no tenía la ventaja, ni siquiera estaban en igualdad de condiciones.

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⏰ Laatst bijgewerkt: Apr 25 ⏰

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