Parte 40

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El día de la junta extraordinaria, Nicolás una vez más le hizo un regalo a Betty, aunque en esta ocasión, no fue sólo para Betty, sino para toda la familia, pues los bombones que le había regalado habían sido un éxito incluso con don Hermes, así que él había regresado, compró nuevos chocolates para todos, incluyendo su propia madre, y aprovechó de observar qué más vendían en ese lugar.

Como los chocolates con sabores exóticos habían resultado tan maravillosos, al encontrarse también con una variedad de mermeladas de sabores poco comunes, también compró algunos sets completos para todos y probar si eran tan buenos como los chocolates.

Así que Betty llegó increíblemente emocionada a la empresa luego del desayuno que habían tenido en su casa, momento en que probaron una mermelada de pimientos y ella había quedado fascinada, por lo que, aunque al principio había preparado un tarro con mermelada de pepino, luego del desayuno regresó a su habitación y lo cambió por el tarro con mermelada de pimientos del set que le regaló Nicolás, junto con una bolsa de pan molde y queso crema.

Al llegar a la empresa, Betty llegó con una bolsa que inmediatamente causó la curiosidad de Sofía y Bertha, a pesar de que todavía estaban enojadas con ella por la falta de información respecto a la renuncia de don Armando.

No podían ver qué es lo que había exactamente, pero vieron un tarro con algo blanco y de apariencia cremosa, otro tarro de lo que parecía mermelada y una bolsa de pan de tostadas.

A Bertha se le hizo agua la boca al verlo, y no pudo evitar preguntar.

- Oiga Betty ¿Qué trae ahí?

Preguntó muy curiosa.

- ¿Aquí?

Preguntó Betty, levantando la bolsa.

- Pan de tostadas, queso crema de cabra y mermelada de pimientos tricolor.

Le contó, haciendo que el antojo que le había nacido a Bertha, desapareciera apenas escuchó queso de cabra y mermelada de pimientos.

- Nicolás me los consiguió de esa señora que hace los chocolates, tiene que animarse a probarlo, Bertha, es increíble lo deliciosa que es la combinación del salado del queso con el dulzor de la mermelada y una taza de café sin azúcar.

Le detalló Betty, recordando el desayuno de la mañana y ya anticipando su café de la tarde.

- Ehh, gracias Betty.

Dijo Bertha, con una sonrisa algo forzada.

- Tal vez otro día.

Prometió, aunque por dentro se juró que no sucedería pronto.

- ¿Y usted, Sofía? ¿No quiere probar un poco?

Preguntó Betty, ahora a Sofía, quien negó rápidamente.

- No, muchas gracias Betty, pero también acabo de desayunar.

Afirmó Sofía sonando bastante convincente.

- Bueno, en ese caso, me avisan cuando quieran un poco.

Les dijo Betty y pasó a su oficina ante la mirada incrédula de Bertha y Sofía, quienes se miraron entre ellas y volvieron a trabajar antes que Betty las viera cuchichear entre ellas y decida llenar de trabajo a Sofía.

Ya lo hablarían a la hora del almuerzo.

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El tiempo fue transcurriendo desesperantemente lento, no eran más que dos horas antes del inicio de la junta, pero a todos les parecía que fácilmente podrían haber sido 10 cuando finalmente empezaron a llegar los socios.

FEA, PERO NO ESTÚPIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora