Parte 39

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Los siguientes días fueron infernales para Armando, Marcela había tenido una pequeña crisis nerviosa y Daniel se había puesto como un energúmeno cuando vio a su hermana en ese estado. Sin embargo, no había nada que él pudiera hacer y tampoco estaba dispuesto a retractarse de su decisión.

Como Marcela se había desmayado en su oficina, tuvo que llevarla al hospital, y, obviamente, avisar a Daniel y a sus padres, por lo que terminó contándoles lo que había sucedido.

Sus padres habían tomado el primer avión de regreso a Bogotá apenas escucharon lo sucedido y las decisiones que había tomado, mientras que Daniel había estado genuinamente sorprendido inicialmente, pero luego se había puesto furioso por haber tratado a su hermana de esa manera.

Armando estaba seguro que, si no hubiera sido por lo sorprendido que estaba por el rompimiento del compromiso, a pesar de que claramente era lo que él mismo quería, podrían incluso haber terminado liándose a golpes en los pasillos del hospital.

Daniel aclaró que no estaba para nada molesto de que finalmente hubiera decidido dejar a su hermana en paz, pero eso no significaba que él tuviera que haberse comportado tan bestia como para que ella tuviera que ser internada después del rompimiento.

El problema era que el mismo Armando no sabía de qué otra manera debería haber abordado la situación, él le había dado cuerda a Marcela para que ella sienta que podía hacer lo que quisiera, sí, pero no había sido el único. Marcela había sido la adoración de sus propios padres y de los padres de Armando, todos se habían apresurado siempre a complacerla en cualquier cosa que hubiera querido, así que nunca había pasado por una situación en la que quisiera algo que no pudiera tener.

La única ocasión en que la había visto verdaderamente fuera de balance, había sido cuando sucedió lo de Camila, pues en esa ocasión, tanto Marcela como su madre estaban increíblemente avergonzadas de que Camila se hubiera convertido en la comidilla de la sociedad, debido a su fuga y posterior matrimonio con un joven que no pertenecía a la misma clase social de los Mendoza o los Valencia.

La gente se había vuelto loca y no hacían más que comentar al respecto en cada evento social en el que se presentaban, algo que, obviamente, a ninguna de las dos les había gustado, por lo que instigaron el divorcio de su hermana a pesar de la existencia de su sobrino. Para ellas había sido menos vergonzoso enfrentarse a los chismes por el divorcio de su hermana y su autoexilio a Suiza, que verse relacionadas con alguien a quien consideraban inferior a ellas.

En ese momento, él había sido demasiado estúpido y no protegió a su hermana, creyendo sinceramente que a Camila no le afectaría, pues estúpidamente había creído que el único motivo por el que ella se había fugado con ese chico, era porque su madre había empezado a actuar como una celestina entre ella y Daniel, a pesar de que era más que obvio que ni ella gustaba de Daniel, ni Daniel gustaba de ella.

Su hermana estaba aterrada, pues aseguraba que, si se lo proponía, incluso si ella no estaba de acuerdo, su madre encontraría la manera de que ella y Daniel terminen casados, tal como había logrado que él se ennovie con Marcela, algo que ella no estaba dispuesta a permitir bajo ninguna circunstancia, puesto que consideraba a Daniel un hombre demasiado estirado y frío para su gusto.

Él no le había dado demasiada importancia a eso porque él mismo había estado enamorado de Marcela cuando se ennovió con ella y en esa época todavía creía que seguía siendo así, pues realmente no sabía en qué momento había dejado de amarla, sólo sabía que un día despertó y descubrió que ya no la amaba. El problema fue que en lugar de terminar con ella, se buscó amantes volviendo la situación en algo mucho peor de lo que habría sido enfrentar la realidad y terminar con Marcela en ese momento aunque sus padres se enojen con él.

FEA, PERO NO ESTÚPIDADove le storie prendono vita. Scoprilo ora