Parte 35

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- Que hubo Nicolás.

Le dijo Román.

- ¿Cómo les terminó de ir la rumba de ayer? ¿No se enojó don Hermes con ustedes por estar tomando?

Le dijo, burlesco, pues conocían a don Hermes.

- Estuvo bien.

Dijo Nicolás, un tanto nervioso al estar junto con Román.

- Aunque a las amigas de Betty se les fue la mano con el traguito, pero Betty y yo no bebimos mucho, así que don Hermes no se enojó con nosotros.

Le explicó, mientras se preguntaba qué había pasado para que Román y su pandilla fueran civilizados. Todos tenían el mismo rango de edad que él y Betty, también habían crecido juntos, así que nunca se habían preocupado de que pudieran atacarlos a ellos o a sus padres, a pesar de que no llevaban vidas muy lícitas que digamos.

Aunque en eso también podría haber influido don Hermes, que, a pesar de parecer muy tranquilito, todavía infundía miedo, así que nadie quería hacerlo enojar.

Independientemente de eso, todavía tenían la costumbre de burlarse de ellos por ser los nerds feos del barrio y nunca los incluían en sus juegos, así que había sido muy raro para él que se hubieran unido a su grupo la noche anterior, y más aún que ahora estuvieran hablando con él.

- Oiga Nicolás, usted siempre va a buscar a Betty, pero nunca vemos que le lleve ni un regalito.

Le dijo una chica morena de labios morados y con el cabello lleno de rulos en una coleta.

- No sea tacaño y cómprele algo, mire que ahora tiene un buen trabajo, a que no. Mire que si se descuida le aparecerá un tinieblo por ahí a Betty y se la quita.

Le advirtió.

- Sí, Nicolás, con lo remamita que está Betty ahora, le aparecerá competencia.

Le dijo uno de los chicos, mirándolo fijamente.

- ¿Regalito?

Dijo Nicolás un poco desorientado, él y Betty no eran novios, pero habían dejado que la gente del barrio lo piense, pues Betty realmente se había puesto muy bonita y Betty no quería que le pase como con Juan Carlos, que se había puesto bien intenso en sus coqueteos desde que ella le había dado el plantón en la supuesta cita que les habían organizado.

Al final, don Hermes se había dado cuenta y le ordenó que se alejara de su hija, algo que él había hecho. Pero desde entonces Román y su pandilla pensaban que él y Betty estaban de novios y el rumor se había filtrado al resto del barrio.

Así que supuso que no estaría mal regalarle algo de vez en cuando, después de todo, que no fuera su novia, no significaba que no se llevaran bien.

- Claro Nicolás. Chocolatinas, postrecitos, flores, ropa bonita, sacarla a pasear, llevarla a cenar a un lugar bonito, ir a ver una película.

Dijo una chica rubia revoleando los ojos y mirándolo como si fuera tonto.

- Vamos, Nicolás, ¿No nos dirá que se va dejar amedrentar por el suegro y dejar de sacarla a pasear? No le va hacer la maldad de tenerla entre el cine y la panadería como antes, ¿O sí?

Le dijo en tono de burla, pues siempre les había causado mucha gracia que ese idiota sólo la llevaba al cine de vez en cuando y a la panadería de su mamá el resto del tiempo.

- Ellas tienen razón, viejo.

Le dijo Román, suspirando resignado mientras lo abrazaba por los hombros.

FEA, PERO NO ESTÚPIDAWhere stories live. Discover now