Author: FirstRuler
Keiji Hiryu era simplemente el "delincuente" promedio que intentaba superar la vida de la escuela secundaria en la Academia Kuoh, resolviendo sus problemas lo mejor que sus puños y su temperamento le permitían.
Es decir, hasta que...
Como corresponde al intenso partido que se avecinaba, el grupo se dirigía a la gran ciudad de Agreas. Tiene una característica distintiva en la que parece ser una gran isla flotante suspendida en el cielo, varias islas estaban ubicadas a su alrededor como un archipiélago, con lo que parecían ser literalmente nubes goteando.
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"Este lugar ciertamente es loco y grandioso", habló Keiji, enamorado del entorno mientras los otros demonios más recientes de la Nobleza asentían.
Todos se detuvieron en seco cuando se encontraron con un hombre gigantesco. ¡Excepto que no era un hombre, sino lo que parecía ser un jodido esqueleto andante! Unos tenues ojos azules surgieron del vacío de sus cuencas. Su vestimenta era similar a la de un sumo sacerdote, aunque había algunas diferencias notables. Una armadura de hombro negra y ajustada con pesados arcos dorados que decoran las partes sobresalientes y diamantes carmesí alineados como un ejército.
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Ver a los no-muertos envió un escalofrío por las espinas. "Entonces, ¿por qué está Ainz Ooal Gown aquí?" -murmuró Keiji.
El esqueleto resopló, como parecía imposible. "No debería sorprenderme estar en presencia de tal superpoblación de murciélagos y cuervos", dijo con un leve disgusto, haciendo que Keiji gruñera molesto ante otra persona pomposa.
"¿Quién eres?" Preguntó Keiji, era una pregunta seria. 'Este tipo, esqueleto, es realmente jodidamente fuerte. Siento que todos podríamos estar muertos en un momento.
Rias tragó saliva mientras abrazaba a Keiji. "Keiji, probablemente deberías tener cuidado. Ese es Hades, es el Dios del inframundo".
"Deja que Zeus se encargue de criaturas tan humildes". Hades levantó un bastón con forma de esqueleto, que tiene tres ojos azules y cuernos. "No seáis tan engreídos con esa herramienta a vuestra disposición. Todos vosotros sois menos que mis mascotas en el Tártaro".
Una risa familiar hizo que incluso Hades se detuviera sorprendido mientras Lucoa estaba apoyada contra la pared, haciendo que todos se detuvieran y se preguntaran cómo llegó hasta aquí.
Hades gruñó molesto. "¡Quetzalcóatl! ¿Qué hace aquí un dios caído como tú?" cuestionó.
"Eso es obvio, Hades." Lucoa reveló sus ojos de heterocromía cuando dejó de apoyarse en la pared. "He venido a animar a mi pareja y futuro marido", respondió Lucoa, imperturbable ante el esqueleto supremo.
