ZIGOR Y ÉL

2 3 0
                                    

Zigor apretó los labios cuando el Dios desapareció con una pregunta que se repitió en su cabeza, y a las conclusiones que podía llegar era que era una deidad que le gustaba jugar, que todo lo que estaba haciendo era para conseguir algo. ¿Qué era exactamente lo que pedía él?

Sus ojos fueron hacia los de su hermana, estaba igual de seria, se acercó y le dio un rápido recorrido para verificar que ella estuviera bien, y agradeció, aunque sabía que su hermana hasta el final se defendería.

Había llegado a la casa de su hermana porque se había enterado que estaba saliendo con alguien, y aunque su vida privada no le importaba, el hombre que la había atacado mencionó que se le vio con el Dios, no tuvo que ser tan inteligente para saber que Erein andaba cerca de Agni, la pregunta era ¿por qué? Así que se presentó en su cabeza, pero nuevamente la sorpresa se la llevó él. Ambos se hablaban con tanta familiaridad, que podía asegurar que no era su primer encuentro.

— ¿Qué hacia él aquí, Agni?

—Buscando información, de los Brais soy la que está especialidad en él, quiere saberlo todo —confesó viendo el rastro de agua que había dejado—. Parece que hay parte de la historia que para él ni para nosotros es clara.

— ¿De qué hablas? ¡Es un Dios mentiroso! ¿Estás creyéndole?

—Por supuesto que no, pero le doy el beneficio de la duda —la muchacha salió de su habitación y fue directamente hacía su biblioteca, amplia, iluminada y en el centro su escritorio donde el libro seguía abierto, resaltado y luego señaló—. Aquí se menciona que días antes de que desatara la ira de los Dioses, Liev y Erein atacaron los templos de Elan, pero Erein dice que ellos tenían prohibido salir de sus reinos, que incluso cuando se revelaron, ellos lo hicieron desde sus reinos.

—Está escrito, Agni, ¿por qué habría dudas?

— ¡Porque todo puede pasar! No estábamos ahí, ¿Qué nos certifica que lo que está escrito no es tan real?

— ¿Qué es lo que te ha dicho? —Zigor preguntó desconfiado.

—Tiene lagunas mentales, pero lo poco que recuerda es que nunca abandonaron su reino y debo recordarte, que se dijo que los Dioses parecían poseídos, y que ellos empezaron acabando con los templos de Elan —la joven señaló y fue hacía el librero sacando otro donde se mostraron muchas pinturas, en una se veía a Liev extendiendo las manos mientras la tierra se abría y el fuego iba directo hacia los inocentes—. Incluso si Erein mintiera, hay cosas que han dejado de parecer reales.

— ¿Enzo sabe esto? —Ella sacudió la cabeza y Zigor soltó el aire que había estado conteniendo—. ¿Por qué no le has contado?

—Porque él no quiere ver verdad, quiere culpables.

— ¿Qué quieres qué haga con esta información, hermana?

—Investiga más, tú tienes más fuentes y posibilidades. Eres el sucesor de Uriel, tienes la información que nos ocultan a nosotros a tus pies. Investiga, consigue el material original, sin hojas faltantes.

— ¿Por qué quieres ayudarlo? —le preguntó con seriedad poniéndose de pie, Agni lo miró con seriedad, ocultando sus emociones—. ¿Agni?

—Quiero saber la verdad, él me ha mostrado información que no está en los libros, en los pergaminos que pasé toda mi vida traduciendo. Quiero saber si hay algo más.

—Habrá una fiesta de disfraces esta noche, tengo invitación —Zigor murmuró y la miró fugazmente—. Es en el museo central, ahí donde todo está, y donde Uriel tiene más información que en su momento nos daría.

EL MAR TE ESCUCHA (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora