¿POR QUÉ NO LO CONTÓ?

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Agni se sentó frente al espejo, se aplicó crema humectante en la piel, y una sonrisa pequeña curvó sus labios al verse con su cabello negro, con los tatuajes y siendo ella. Aunque, debía admitir que esa noche la había pasado bien, se sintió bien ser alguien más, salir de su zona de confort y por un momento ser alguien que estaba muy lejos de ser parte de los Brais. Una escapatoria, lo veía ella.

No podía olvidar los últimos minutos de aquella velada, la forma en la que el Dios la había sostenido en todo el transcurso del baile, como sus labios había recorrido su cuello, un mínimo contacto que la había tenido alterada de camino a casa. Y aunque Zigor decía que estaba así por lo que se habían enterado, la razón de su nerviosismo tenía nombre y apellido.

Se puso de pie tomando una camiseta grande que había sido de Enzo junto con unos chorts, dejó su cabello suelto y salió de su habitación, fue directo a la biblioteca donde encontró a su hermano sin corbata, con la camisa desabrochada de los primeros botones, arremangada y caminando de un lado a otro mientras las fotos de su celular ya las había imprimido.

Al verla le regaló una sonrisa demasiado corta, y al instante volvieron las dos arrugas en su frente. Ella avanzó con cuidado y por un segundo estuvo a punto de abrazarlo, pero al ver la confusión en el rostro de Zigor, pasó de largo, sentándose y tomando una de las fotografías.

— ¿Cómo lograste violar la seguridad? —Agni preguntó y Zigor se sentó frente a ella.

—Mi abuelo instaló y dirige la seguridad ahí, era bastante fácil.

— ¿Qué más había?

—Más de lo que tú y yo podemos imaginar, preciosa.

Ella sostuvo la hoja y releyó, miró a su hermano que hacía anotaciones y nuevamente se ponía de pie para sacar más libros, para poder garantizar lo que leía, y tal parecía que todo era real, todo lo que habían encontrado. Ella se echó hacía atrás al ver una réplica del tridente de Erein, aun podía sentirlo en el cuello y ese día había grabado cada detalle de aquella arma, así que ver una réplica le asustó. ¿Quién más había visto ese tridente? Si se supone que cuando Erein fue dormido, el tridente volvió al reino y nunca fue encontrado, quedó muy bien escondido.

—Eso que tienes ahí, Zigor —la joven señaló el libro donde estaban las anotaciones de varios historiadores. Su hermano miró el libro y luego a ella—. ¿Dice la fecha exacta de cuando fueron dormidos los Dioses?

— ¿Por qué?

—Porque el tridente que está en esta foto es igual al que tiene Erein.

— ¿Cómo sabes que es igual? —Preguntó dejando de leer.

—Estuve muy cerca del tridente, lo he visto, y este es una perfecta replica. ¿Qué tal si ellos fueron despertados en algún momento?

—Eso es imposible, los guardianes se hubiesen dado cuenta —vaciló.

—Hay muchas lagunas en esta historia, nos acercamos y hay más secretos revelados —ella puntualizó—. Pero este tridente es idéntico al que sostiene el Dios.

—Si ellos fueron despertados en algún punto, deben recordarlo ¡Nuestra gente debió saberlo!

—Tal vez están encubriendo algo.

—Nos estamos acercando y lo que estamos encontrando no me gusta, Agni —él resopló tirando su cabello con fuerza, ofuscado y ella lo entendía. Zigor era la cabecilla de la familia, él sería nombrado sucesor, y ahora lo que encontraba eran incongruencias—. ¿Qué piensas tú?

EL MAR TE ESCUCHA (I)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin