QUE ESCONDES, ÁNGEL OSCURO

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Agni soltó un suspiro, era su segundo libro esa mañana, había desempolvado los libros de la universidad, releído sus notas e incluso sus exámenes, algo que le diera un indicio sobre si hubo alguna anomalía, un desastre natural hace veinte nueve años o treinta, algo.

Así que esta vez sacó su laptop, revisó sobre desastres en fechas relacionadas con el año que nació, o antes, se estaba dando por vencida hasta que encontró dos noticias. Una de un desastre que se dio hace veintinueve años, en enero.

"Esta mañana Akino se levantó con una sacudida pequeña, pero que causó el alejamiento del mar y una fuerte lluvia que hizo que los pobladores salieran corriendo (...), no se notifican muertos, pero si heridos de las embarcaciones"

Vio la imagen desteñida, pero entonces no solo Erein había sido despertado.

"La tierra se ha abierto al segundo día de la sacudida y el alejamiento del mar"

Tragó saliva y tomó foto para enviarla a Zigor, quien rápidamente le dijo que iría a casa a verla y hablar con ella. Dejó el celular a un lado, bajó y bajó hasta que se encontró con la segunda noticia. Releyó y lo volvió hacer:

"Secuestro de niña en el parque central, la pequeña niña fue robada de los brazos de su madre quien entré lagrimas dio detalles de los secuestrados, afortunadamente los otros dos niños no fueron secuestrado (...) el nombre de los padres se mantiene en secreto, y la policía no ha logrado dar con los secuestrados, pero la madre pudo describirlos muy bien y ahora los dibujos están dando vuelta por todos los noticieros"

Bajó y cuando cargó las imágenes le saltó error, volvió a picar, pero las imágenes no se mostraron. ¿Cuál era la identidad de aquellos secuestradores? Porque de alguna manera se sentía conectada con aquella noticia, ¿por qué?

Gimió bajito cerrando la computadora de golpe, se recostó y su cabeza le dio vueltas. El medicamento la mandaba a dormir temprano, casi no se movía y la muchacha que le cocinaba y le hacía la limpieza era la única persona que veía desde el accidente.

—Estás aquí, me sorprenda que no tengas vigilancia —la muchacha ni bien terminó de escuchar esa voz, tomó el arco que estaba a su lado, y apretó con fuerza el filo de la flecha, apuntó hacia él y lo vio fijamente.

Erein sonrió, una bonita sonrisa con los ojos brillosos. Pasó sus manos por su cabello y recorrió su habitación hasta sentarse en la silla que estaba frente a ella, donde Enzo o Zigor se sentaban a veces. La miró por largo rato, sin quitar la sonrisa de su boca y ella se mantuvo firme, apuntándolo.

Agni había matado a un hombre, ¿Qué si él no quería acabar con ella? ¡Por supuesto que sí! Lo que le sorprendía es que había tardado. Trataría de defenderse todo lo que podía, cada flecha estaba envenado, perfecto para retener a un Dios por largos minutos y poder salir de la casa con la chica que se encontraba cocinando.

— ¿No vas a decirme hola?

—No tengo por qué, ¿Qué haces aquí? —ella siseó cuando él se levantó y dio unos pasos hacia ella, así que soltó la flecha en dirección a él, pero a la izquierda, rozando su hombro y rompiendo la chaqueta. El Dios gruñó pasando sus dedos por el cuero roto y luego la miró—. La próxima no va a fallar. Elige.

—Ah, niña curiosa. ¿Buscas la forma de matarme? ¿Quieres qué te dé una ayuda?

Sonrió, mostrándole los hoyuelos y sin miedo a que ella pudiera dispararle otra flecha, se sentó en el filo de la cama y la miró, luego a su pierna, hizo una mueca como si realmente le afectara que estuviera así, pero la escondió rápidamente con una máscara de frialdad. ¿De qué más era capaz ese dios? Se hizo esa pregunta mientras lo veía curiosear los libros que tenía en su cama, como si fuera uno más, y tuviera la confianza de hacerlo.

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now