POBRE DIOS

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Agni sostuvo con firmeza el arco, la flecha apuntaba directamente hacia Liev que tenía una sonrisa en su boca, como si disfrutara del momento, ella se preguntó si siempre había sido malo, si en algún punto al menos; había amado a sus hermanos sin querer algo a cambio.

Ella podía ver la decepción en los ojos de Erein, la forma en la que veía a su hermano como si al final de cuentas hubiese esperado más de él, como si guardase la esperanza de que él en algún momento tomaría la decisión de hacer las cosas bien.

"Debes despertar a Elan, Agni, debes hacerlo"

Algo en aquella promesa le hacía temer por lo que sucedería a continuación, tenía las suficientes flechas para poder protegerlo, y una filosa espada que la usaría contra la diosa que estaba tras de todo eso, aunque no debía ser adivina.

—Agni Brais, la primera mujer en su dinastía —susurró, suave pero parecía que arrastraba las palabras.

— ¿Seguirás cubriéndote el rostro o pelearas como una verdadera guerrera?

—Querida, yo no soy una guerrera, yo soy una diosa —contestó quitándose la capa que la mantenía oculta. Esta cayó al suelo y la joven se fijó en ella, trago duro cuando pudo reconocerla, porque ella se había chocado con aquella mujer más de una vez.

Maua lucía diferente a las esculturas y pinturas que se mostraban, vestía de negro, el cabello corto y una que otra mecha caía en su frente, su cuerpo estaba lleno de tatuajes, un poco más que ella, y llevaba también un arco.

— ¿Qué es lo que te sorprende, Agni Brais? —inquirió Liev viendo a la muchacha con curiosidad.

—El hecho de que la conozco, que estuvo muy cerca y no me di cuenta.

—No era tiempo para que me conocieras —ella dio unos pasos y Agni reforzó el agarre del arco, así como esas flechas habían hecho efecto en los otros dioses, ¿Qué le impedía que no lo hicieran ahora?

La joven miró de reojo a Erein que sostenía con firmeza su tridente, viéndose imponente y lo suficiente fuerte para ir contra sus hermanos.

Ese descuido le costó unos pasos y ella soltó la flecha que impactó directamente en el muro de tierra que en segundos la diosa había creado, ella se sorprendió y cuando la tierra cayó, Maua sonreía encantada, como si estuviera disfrutando del momento, del intento de ella.

—No es casualidad que hayas despertado ahora, ¿Cuál fue la razón? —inquirió Erein empezando a caminar, lento y Liev hizo lo mismo pero de manera contraria—. Escuché la profecía, tú estás envuelta en ella.

— ¿Delfos despertó para ti? Siempre supe que era su favorido —ella se quejó y luego soltó una risita burlona—. Hermano, ¿por qué no quieres unirte a la causa? La libertad que has tenido este tiempo la tendrías siempre, ¿por qué no aceptas?

—Porque eso implicaría matar a mi hermano mayor.

— ¡Elan no es buen dios! Nos prohibió los placeres de los mortales pero él podía deleitarse viendo aquella mujer, ¿no?
—Nunca estuvo con ella, no fue como tú —levantó el tridente y Maua torció la boca—. ¡Tú estuviste con mortales y hasta tuviste hijos con ellos!

— ¡No vengas a quejarte de mí, Erein! Siempre te has creído el perfecto, el más fuerte, pero siempre fuiste la marioneta de Elan —aquello no le cayó nada bien al dios del mar, cuando Liev dio un paso hacia Agni, Erein rápidamente levantó el tridente y lo apuntó, incluso llegó a rasgar su piel de porcelana, el dios del infierno solo sonrió.

—Tuve una misión y la cumplí.

— ¿Y cuál fue tu misión ahora? ¿Enamorarte de ella? —Erein lentamente bajó el tridente y Agni lo miró fijamente, él con tristeza vio a su hermana—. La amas, quieres hacerla tuya y hacerla tu reina, tus pensamientos se han repetido desde el momento que pisamos esta casa. También has roto las reglas.

— ¡Es diferente! —atacó el Dios.

— ¿Por qué? También rompiste reglas.

—Porque el reino del mar se mantuvo tal como me lo entregaron, yo no tuve hijos y tampoco puse en contra a mis hermanos.

— ¡Erein, tú has hecho algo peor! —Gritó Maua—. Tú te has enamorado.

Agni aprovechó esa distracción para soltar la flecha que fue directamente al hombre de la diosa, esta tartamudeó viéndola a ella. 

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now