¿QUÉ DESEA ZIGOR?

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No había rastro de los Dioses, todo estaba demasiado calmado y los hermanos habían vuelto al museo, a trabajar como lo hacían siempre, a respirar mientras Zigor se había estado recuperando. Cada tanto iban a la Legión para ver cómo iba todo, pero cada que iban obtenían la misma respuesta, que los Dioses no se habían manifestado, tanta calma empezaban alertarlos.

Coll y Andrea tenían un plan perfecto, para ellos, Agni había preferido que Zigor estuviera bien para que él mismo aceptara o negara. Hasta ahora no los conocía, y aunque sus hermanos le habían hablado de ellos, el rubio quería formar su propia opinión.

Su abuelo Uriel había desaparecido, la noche del robo de corazón y del ataque hacía Zigor, escapó del museo y desde entonces era buscado, pero sin pista de donde podía encontrarse, su padre Héctor estaba tras de él, quería hacerle pagar todo lo que les hizo a sus hijos, y sabían que no sería misericordioso o quien sabe, al final seguía siendo su padre y eso no se olvidaba.

Agni a las tres de la tarde terminó de dar su visita guiada, los turistas se despidieron con una sonrisa en la boca y ella se quedó junto a la escultura de Erein, donde se veía perfectamente, algunos ese día se habían preguntado si así habría sido el dios y ella quería contestar que era incluso mucho más atractivo en persona.

Seguía sin contarles a sus hermanos sobre la presencia del dios en su casa, sobre las tantas veces que se había quedado ahí y aunque ella había hecho todo para ignorarlo, era imposible, su presencia provocaba en ella emociones desconocidas y por lo tanto; peligrosas.

— ¿Qué te tiene tan ausente? —preguntó una voz ronca, ella dio un salto y esbozó una sonrisa al ver a su hermano de pie, serio pero sano. Ella sin poder evitarlo, dio un salto envolviendo sus manos en su cuello, aunque quedó de puntillas y Zigor tuvo que inclinarse.

Lo abrazó tan fuerte como pudo, sintiéndolo, escuchando su corazón latir con rapidez, y luego deslizó su nariz por su olor a mente tan característico de él. Esa noche creyó perderlo, creyó que no volvería a escucharlo, no podía perdonarle eso a Erein, solo con pensar en el dios hacía que el odio aumentara. ¿Se puede tener dos sentimientos totalmente opuestos hacía la misma persona?

—Agni, si sigues abrazándome así, me enviarás al hospital —susurró Zigor y ella de un salto retrocedió. Zigor se veía bien, tan estructurado como siempre—. ¿Cómo van las cosas por acá?

—Todo tranquilo, los remplazos han sido de mucha ayuda, así que no necesitamos pasar toda la semana aquí —explicó la joven empezando a caminar seguida de su hermano, quien veía todo con un brillo especial, como si haya extrañado tanto ese lugar—. Por ahora la universidad te ha dado dos semanas más, así que puedes descansar y luego volver.

—Ya descansé mucho, seguí las ordenes de los doctores, Agni —murmuró presionando el número del piso donde irían, justo donde estaba su habitación—. Lo ideal es que hoy conozca a la Legión y a esos dos que tienen aires de grandeza.

— ¿Cómo te sientes siendo el líder de todo esto? —la joven lo miró y Zigor mordió su labio como si estuviera pensando en que todo no había sido tan buena idea, pero terminó por soltar un suspiro.

—Mucho papeleo y carga, lo cual también implica que este mes debo mostrar ante todos al nuevo Brais —aquello entristeció a la muchacha—. Anoche padre fue dándome información sobre las candidatas, ahora debo armar una cita con todas y luego que venga el tema de la fecundación. Lo más probable es que se mude conmigo para mantener los cuidados y ver de cerca el crecimiento de la criatura.

— ¿Quieres ser padre, Zigor?

—No, pero es mi obligación y ahora más al ser el nuevo líder —finalizó ese tema cuando las puertas se abrieron. Fueron directamente a su oficina, donde Amara esperaba de pie con un ramo de rosas y un café bien cargado, la morena sonrió y Zigor se detuvo viendo las flores—. Por favor, Amara, prefiero tulipanes.

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now