EL PASADO

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Liev abrió los ojos, estaba en una capilla rodeada de velas, se sentó con cuidado viendo que alrededor había esculturas de gárgolas, unas cinco, y todas lo veían; como si estuvieran protegiéndolo. Lo último que recordaba era que Elan le arrancó el corazón obligándolo a dormir en contra de su voluntad, él sabía cuánto rogó por el perdón pero su hermano no se lo dio.

Bajó con cuidado, limpió el polvo que tenía en su ropa y recorrió el lugar con la mirada, seguramente los seguidores de Elan lo habían llevado a ese lugar, algo que no previeron fue que él siempre tuvo dos corazones, va, desarrolló uno de manera curiosa. Él fue un mellizo, mató a su hermano cuando estaba en la barriga y se quedó con su corazón, así que siempre mostraba el corazón bueno, el sensible y lleno de pureza, mientras en el infierno guardaba el suyo que estaba lleno de maldad.

Fue inteligente, nadie vio venir sus malas intenciones, siempre lo vieron como el hermano pequeño que no dañaba a nadie, que su castigo era estar en el infierno, pero nadie se imaginaba todo lo que hacía allá. La bestia que realmente era él.

Caminó por la pequeña tumba, iluminó el lugar con una de las velas y leyó en vos alta lo que estaba escrito:

"No despertar al demonio o la tierra sufrirá, dormido debe permanecer o el mar de rojo se teñirá"

Brais.

Esbozó una sonrisa por las palabras, luego leyó el apellido, reconociendo a parte de lo seguidores y guerreros que protegían el reino de los dioses, principalmente a su hermano. Brais, así que todavía en ese tiempo existían, ¿Qué podría hacer?

—Has despertado, algo tarde, pero estás aquí —una suave voz lo hizo girar, él negó riendo y se acercó para abrazar a su hermana—. Hermanito, necesitas bañarte y cambiarte, no podrás andar entre humanos así.

— ¿Qué época es esta? ¿La caza sigue siendo lo primordial?

— ¿La caza? —ella esbozó una sonrisa ante sus palabra, se acercó aún más y Liev admiró su cambio drástico, el cabello corto y una vestimenta diferente, pero que la hacía ver aún más hermosa.

— ¿Y esa vestimenta?

—Es de esta época y debes adaptarte.

— ¡Muestras tus piernas! ¿Qué es eso que llevas en los pies?

—Es una falda, corta y lo que llevo son unos caros tacos que me hacen ver más alta —ella bromeó entrelazando sus dedos con los de su hermano, salieron de la tumba y ella la cerró, dijo un hechizo en un susurro, la única manera de mantener esa capilla oculta de todos, en especial de los Brais.

Liev observó como todo era un cambio, ya nadie cazaba, la gente iba con ropa parecida a la de su hermana, moviéndose en animales con llantas a lo que su hermana llamó autos, esa misma tarde estaba instalado en una mansión, como lo llamó ella, cortaron su cabello y lo vistieron, un resultado que le gustó cuando se quedó frente al espejo.

Vestía un traje oscuro, negro que resaltaba su palidez, haciendo foco de atención y le gustó, porque siempre amó la atención aunque la ocultaba muy bien.

Los días pasaron y ella le enseñó todo lo que debía saber sobre aquella época, una diferente pero lo suficiente atractiva para que él decidiera quedarse y no volver a dormir. Con las semanas se vio admirando a las criaturas que eran libres, y que podía tocar, abrazar y no robar, incluso las mujeres y los hombres dejaron de ser prohibidos para él, eso le dijo su hermana.

Así que aprovechó, demostró su poder de seducir, de ser libre, pero aquella libertad le costó y le dolió, pero quería ser un poco egoísta. Liev tenía el poder de manipular los corazones oscuros, a tal punto de hacer que el otro haga cosas que nunca recordaría, porque al final de cuentas todos tenían un poco de oscuridad.

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now