FINAL

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Agni aprovechó el tiempo para volver a tomar otra flecha y soltarla directamente al pecho de la mujer, quien se la sacó y tropezó, ella pudo escuchar el gemido de dolor de Erein, porque ella aun sabía que le dolía eso, esa situación, ¿pero qué podía hacer?

Eran situaciones que no se podían evitar, como estás.

Liev molestó abrió la tierra, esta se sacudió como violencia y Erein golpeó con fuerza el tridente en el suelo y en poco tiempo atrás de ellos se llenó de tritones listos para pelear, y así fue, en un ratito, cuando su patio estaba calmado, ahora era una batalla entre los buenos y malos.

Agni cuando iba a soltar otra flecha, fue jalada al pecho de Erein, quien la miró con esperanza, sentimientos y ella negó repetidas veces, porque sabía lo que le diría.

—Tienes que ir a despertar a mi hermano, tienes que hacerlo y buscar su tumba.

— ¡No! Mi deber es protegerte.

—Lo hiciste muy bien, Brais, ahora yo protejo a mi rey —dijo un tridente con seriedad y los ojos de la muchacha fueron directamente hacia el dios que la veía con tristeza.

—¡Agni! —el grito de Zigor la hizo girar, vio bajar de las camionetas a sus hermanos junto con su padre, y el resto del equipo de reconocimiento y ataque. El rubio por un instante se quedó detenido en la tierra, en silencio y sus ojos fueron hacia la diosa que lentamente se estaba recuperando mientras era rodeada por varios minotauros.

El rubio avanzó, sacando la espada y Enzo hizo lo mismo pero con escudo en mano. Héctor no le importó y se detuvo frente a su hija, revisándola desde la cabeza a los pies, pero su hija no le estaba prestando atención, ella estaba viendo al dios del mar, ambos se veían, como si estuvieran diciendo muchas cosas en aquella mirada.

— ¡Castigo! —gritó Maua y Zigor se fijó en sus ojos, luego en los tatuajes que poseía. Maldijo internamente y avanzó con seguridad, y atrás de él Enzo que iba rodeado de tridentes por orden del dios del mar—. Por fin estamos en el plano terrenal.

—Estos meses, ¿has sido tú?

— ¿Quién más? He sido yo quien ha estado muy cerca del líder, del ser humano más poderoso —el cambio de la diosa era radical, y aunque aún tenía algunas facciones pasadas, ya no quedaba mucho. El cabello corto, bastante, pintado de un negro ceniza, los tatuajes en su piel y la vestimenta de hombre, un aire de guerrera y ahí dos de sus preguntas que se había hecho siempre tuvo las respuestas.

¿La diosa Maua siempre quiso ser mejor que sus hermanos? ¿La diosa quería superarlos y demostrarles que por ser mujer, no la detenía en nada?

Sí, ella siempre se sintió subestimada por sus hermanas por ser mujer, así que hizo todo para sobrepasarlo sin importarle todas las muertes que dejaba en su camino. Una mujer peligrosa que se había calado entre sus sueños, que conocía sus debilidades y algo le decía que también tenía más secretos que revelar pero que todavía no lo haría.

—Al final has demostrado de lo que estabas hecha, al igual que tu hermano —siseó y Liev levantó las manos con una sonrisa en la boca, llevaba un traje oscuro, adaptado a esa sociedad como si hubiese caminado por muchos años más que él, pero no era así—. ¿Qué quieren?

—Castigo, de ti, yo quiero todo; pero será en otro momento —contestó y los ojos de Maua buscaron los de su hermano Erein, encontrándolo haciéndole frente, con el tridente brillando, lo quería a él, ya en el pasado había sido quien le había dado la fuerza para poder atacar y casi vencer a Elan—. Prometo no matar a los Brais si se van de aquí.

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now