FALSO

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— ¡Nos atacan! —gritaron, Enzo y Agni se prepararon para salir pero Zigor los detuvo.

—Cada uno llevará un corazón en su mochila, y lo protegerá. Por favor, vuelvan con vida —pidió el rubio colocando el corazón de Maua en la mochila que llevaba, Agni tomó el de Elan y Enzo el de Solda junto con el de Liev. Los hermanos se miraron y luego salieron de la habitación con rapidez, levantaron su arma y al primer intento atacarían. La Brais joven llevaba su arco colgando en su hombro, así que tenía dos armas para lograr atacar.

Cuando cruzaron la puerta, vio varios cuerpos tirados y muchos de los guerreros luchando para sobrevivir, para proteger. Frente a ellos otra vez había minotauros, como también tritones, y muchos fijaron su atención en Agni, tal parecía que no habían olvidado la muerte que ocasionaron.

—Solo queremos los corazones y todos seguirán vivos —la voz fuerte de Erein hizo eco, la joven lo miró fijamente y él evitó verla. No, ¿por qué estaba haciendo eso? Hace unas horas la había besado, había ocasionado muchas emociones y ahora solo los atacaban, tal vez todo había sido una distracción y ella como tonta había caído.

La muchacha guardó el arma y tomó el arco, lo sujetó con fuerza y tuvo mayor acceso a las flechas, y sabía que no fallaría. El Dios la miró, sus ojos oscurecidos, como si no pudiera reconocerla, acción que la lastimó.

—Fuimos criados para proteger estos corazones, la muerte siempre fue una opción —contestó Zigor sosteniendo su arma con firmeza, sin miedo y siendo el mismo hombre frío de siempre.

— ¡Los estamos liberando de su carga! —exclamó Liev con una sonrisa en los labios, sus ojos se hicieron más chinos por tal acción, a su lado dos minotauros con las mismas facciones que él; lo resguardaban. Agni podría probar que aquellas criaturas descendían del Dios, no solo por su extraordinario parecido, porque se había referido a él como papá.

¿Quién era la madre de esas criaturas tan horrendas? Liev había roto cada regla impuesta por Elan, temía que para no ser castigado por el Dios, quisiera destruir el corazón. Hoy por hoy, el único que podría volverlos a dormir era el hermano mayor.

Enzo no dejó de apuntar, aunque intercalaba entre los dos Dioses, viéndolos de pie con una tranquilidad espeluznante. Debió dormirlo, debió hacerlo cuando tuvo la oportunidad o debió acabar con su corazón, que esos dos estuvieran despiertos no era algo bueno. El infierno y el mar causarían caos en una isla que estaba rodeada de mar y que tenía volcanes apunto de hacer erupción.

Eso hicieron hace mucho tiempo, arrasaron con la mitad de la población de esa manera, ¿Qué les impedía que lo hicieran ahora? ¡Muchos inocentes podrían morir!

— ¿Quieren despertar a sus hermanos o acabar con ellos? —inquirió Enzo y Liev lo miró, esbozó una sonrisa pequeña y ladeó la cabeza como si estuviera pensando. Por ahora todo se había calmado y había permitido que su gente empezara a recuperarse y los rodeara, porque ya todos sabían que ellos tenían el corazón.

—No sé, la segunda opción no parece mal —se echó a reír y Erein lo miró fijamente—. ¡No debe importarles que hago con los corazones!

—Es hora.

Zigor susurró sin girar, sus hermanos apretaron su arma respectiva y avanzaron, Erein dio la orden y los tritones alzaron sus espadas para atacar.

Agni fue directamente hacía una de las camionetas, gritó para que el grupo de guerreros tomara una y el combate fuera equitativo. Ella se mantuvo con el arco, moviéndose y disparando a las criaturas que se acercaban, más de uno quedaba mareado con una y con la segunda flecha, caían al suelo, así que los guerreros tenían oportunidad de herirlos con gravedad.

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now