LA ESTOY ESPERANDO

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Héctor y Zigor estaban en la habitación, ansiosos y esperando pacientemente a las cinco mujeres que se presentarían para llevar a su hijo en su vientre, mujeres que serían atendidas y luego les entregarían una considerable suma de dinero para que se alejaran junto con la firma del contrato donde no debían acercarse al niño o hablar sobre su origen.

Treinta y cinco años, recién tendría a su hijo y eso lo ponía ansioso. Nunca se había mostrado afectivo hacia las personas que amaba, ¿Cómo lo haría con ese niño? No estaba y aunque quisiera cambiar las reglas que estaban impuestas desde hace mucho tiempo, sería imposible.

—Tranquilo, elegiremos bien. En poco tiempo el niño estará con nosotros y será otro fuerte Brais.

—Si por mí fuera, no lo tendría. No es una opción para mí.

—Zigor...

—Señor Zigor, las señoritas están listas para que usted pueda entrevistarlas —la mujer que ingresó le entregó cinco documentos donde estaba la información de las mujeres. Él ni siquiera las revisó, solo le entregó a su padre quien releyó una y otra vez, parecía tener su favorita.

Fue Héctor quien las entrevistó, él solo observó y escuchar, todas parecían estar sanas y necesitar dinero, ellas querían algo y él se los daría solo por tener a su hijo. Todo parecía tranquilo, una que otra cosa que lo tenía inquieto de las mujeres, pero era minorías, todas estaban listas para ser incubadoras, para eso él había decidido mudarse a una casa más grande donde ella estaría bien, cómoda y el niño crecería tranquilo.

—Bien, Marita, me gusta tu informe —habló Héctor, la muchacha rubia esbozó una sonrisa—. Ahora mi hijo tomará una decisión y en los siguientes días serás llamada. ¿Te parece bien?

—Muy bien, señor Brais.

La muchacha se despidió y salió de la oficina, Zigor soltó el aire contenido y tomó los documentos, se puso de pie y salió escuchando la voz de su padre a sus espaldas, pero no hizo caso, quería salir de ahí, necesitaba hacerlo. Cuando estaba a punto de subir al carro, su celular sonó, abrió mensajería y se sorprendió ante lo que leyó:

Tengo que confesarte algo. ¿Te acuerdas que la última vez estuvimos juntos? Terminamos en un hotel de mala muerte y ahora los resultados son positivos. Estamos esperando un bebé.

Bel.

¡Maldición!

— ¡Zigor, no puedes irte de esa manera! —se quejó su padre y el muchacho apretó los labios, enfurecido por lo que había leído. Su padre preguntó que estaba pasando y él le mostró el celular, Héctor quedó consternado, ¿Cuándo había vuelto esa muchacha? —. ¿Te has acostado con Bel?

— ¡No! Bueno, sí, yo no lo recuerdo —se recostó en la camioneta y releyó el mensaje, unas cuantas veces hasta que asimiló el mensaje—. Hace unos días salí a tomar, estaba bastante mareado y alguien se acercó, luego amanecí en un hotel abandonado, no había usado condón y luego la vi en el museo, pero ella no me dijo nada.

—No sabía que ella había vuelto —tartamudeó el viejo y Zigor soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo—. ¿Realmente no recuerdas esa noche?

—Nada y ni siquiera me molesté en forzar mi memoria para saber que pasó. Ahora ella está embarazada, ¿Qué puedo hacer?

—Bel es hija del alcalde, no solo eso, es mejor amiga de tu hermana. ¿Dónde tenías la cabeza? —Gritó el hombre—. ¡Tienes treinta y cinco años, deberías ser responsable de tus actos!

— ¡Siempre fui responsable de mis actos! Por esa razón me mantuve lejos de ella aunque en su momento estuve enamorado de Bell, esto no puede estar sucediendo.

—Ese niño no puede nacer, hijo, y lo sabes muy bien—susurró el viejo y Zigor asintió—. Habla con ella, has todo para que tome la decisión de interrumpir con el embarazo, o todo lo que hemos creado se vendrá abajo.

—Tengo claro eso papá.

—Zigor —lo volvió a llamar cuando vio a su hijo subir a la camioneta, el muchacho lo miró esperando que hablara—. Hazte unos exámenes, no sabemos qué tan sana está ella.

—Está bien.

Él le respondió rápido, quedando con ella en su departamento. Estuvo ansioso hasta que llegó al departamento, la hizo entrar y para él no pasó desapercibido como sus ojos fueron hacia su mano que la sobaba por su vientre plano, apretó los labios nervioso y la invitó a sentarse.

—Nunca avisaste que llegaste y estoy seguro que Agni no sabe que estás aquí —murmuró cruzando la pierna, Bel luciendo diferente a como la última vez que la vio y decidió marcharse, la admiró. Era hermosa, y su enamoramiento por ella duró años hasta que comprendió que lo suyo no podía ser.

Sus ojos estaban bastante apagados, oscuros, y parecía otra, pero la sonrisa que llevaba quería mostrar seguridad ante los demás, así que él no quiso preguntar qué había pasado en aquel viaje, solamente se quedó en silencio, viendo que algo andaba mal, ¿pero qué? O tal vez era su paranoia por el bebé que ella esperaba.

—Oh, no, la llamé en algunas oportunidades pero nunca atendió —Bell se puso de pie recorriendo la habitación, la casa en sí, deteniéndose por más tiempo en los libros que Zigor tenía a plena vista—. ¿Qué ha hecho todo este tiempo?

— ¿Creí que habían tenido comunicación? —preguntó y ella negó.

—Agni cambió, supongo que las personas lo hacen, ¿no lo crees? —ella se giró para clavar sus ojos oscuros en los suyos—. ¿Tú has cambiad?

—Todos lo hacemos en algún punto —él se puso de pie y la miró—. ¿Cómo es eso de que estás embarazada?

—Vamos, Zigor, eres inteligente. ¿Cómo crees que quedé embarazada? —ella volvió a pasar su mano por su vientre con una sonrisa en la boca.

—¿Por qué te fuiste ese día, sin dejar rastro? ¿Por qué no me dijiste que habíamos estado juntos?

—Porque arruinaría la broma.

— ¿Broma? ¿Crees qué esperar un bebé es una broma? ¿Qué te pasa? —él escupió molesto, cansándose de sus preguntas estúpidas.

—Antes eras divertido —Ella volvió a sonreír—. Mi padre aun no lo sabe, pero seguramente será muy feliz al saber la noticia.

—Estás equivocada, Bel, esto no es una broma y tampoco una buena noticia —él se acercó y la muchacha se encogió, aunque no dejó de sonreír—. Yo no quiero al bebé, así que lo ideal será interrumpir el embarazo.

La sonrisa que llevaba puesta la eliminó, sus ojos se oscurecieron aún más.

— ¿Quieres qué interrumpa mi embarazo? ¡Por favor! —Ella soltó una risotada—. Claro que no, el niño nacerá y llevara tu apellido. ¿Anthony Brais es bonito, no lo crees?

Él la sostuvo con fuerza del brazo, viendo que era otra persona, no era su Bel, no era la misma.

—Yo no quiero a ese niño.

—Aprenderás a quererlo, te lo aseguro. Te mantendré al tanto, Castigo.

Y con eso se fue dejándolo pasmado. 

EL MAR TE ESCUCHA (I)Where stories live. Discover now