Papá tenía razón.

195 28 9
                                    


Emma.

― Mita, pero ¿Por qué no solo llamamos a los abuelos para que envíen a alguien a buscarnos?

― Porque quiero sondear un poco la calle, hablar con las personas sobre la fundación, Em si vamos a hacer esto sabes que lo haremos a mi manera, vamos a salir y hay reglas de supervivencia para ello; tú aceptaste cuando decidiste venir conmigo... ya por lo menos la más importante la cumpliste, estás vestida con lo mas adecuado que pudiste conseguir:

1) NO hables, ¡Bajo ninguna circunstancia! Tu acento francés es muy marcado, no hablas español tan fluidamente como yo, déjame manejar cualquier cosa, ¿Entiendes?

Dice mirándome como si soy una niña de cinco años, odio que haga eso, puedo entender perfectamente lo que me está diciendo, me provoca responderle: «no, en realidad lo que haré es sacarle conversación a todas las personas que me consiga, ese era mi verdadero plan.»

2) Vamos a ir en transporte público porque de esa manera estaremos más seguras, que en taxi o algo así, más cuando no somos ciudadanas, es un poco suicida. En transporte público estaremos con muchas personas y los del gobierno son relativamente seguros.

3) No te separes de mi jamás Em, ¡Jamás! Te quiero ver cada segundo del viaje.

4) No hagas cara de pánico por nada, mantente tranquila, es el tercer mundo Emma, es difícil, pero pretende que estás acostumbrada. Listo, es todo, podemos salir― dice ella yendo en dirección a la puerta de salida del hotel. Cuando estamos en la parada de bus hay personas mirándonos de manera extraña, me causan un poco de temor pero disimulo porque no quiero que Mita piense que soy una blandengue, nos subimos al gigante autobús azul oscuro, es más cómodo de lo que me esperaba, de hecho, parece que será un viaje agradable; el aire acondicionado me ha librado del calor sofocante que hacía afuera, vamos hasta atrás y nos sentamos juntas.

El paseo tiene como destino la casa de mis abuelos, me siento emocionada puesto que quiero saber cómo será y qué puedo conseguir que haya sido de mi madre, no hablo con Mita porque estoy asumiendo que lo de no hablar con nadie la incluye a ella y además está hablando con una señora a su lado, acerca de la ayuda que presta la asociación; nos detenemos en un semáforo, una congregación de jóvenes se aglomeran alrededor del autobús con consignas de protesta y carteles gigantes, siento la tensión inmediatamente, el semáforo ahora está en verde pero ellos no se mueven, en cambio están comenzando a golpear el bus haciendo que sonidos huecos muy atemorizantes llenen mis oídos. Miro hacia Mita, ella también luce preocupada, en seguida escucho como un señor de unos cincuenta años exclama:

― ¡Y esos son los jóvenes de ahora! ¡Una golpiza es que se merecen!― es todo lo que basta para que las personas dentro comiencen a parlotear ininteligiblemente, escucho palabras sueltas como: «bajémonos», «tunda» y «reprimenda». Siento que el barullo me está haciendo doler la cabeza, el conductor abre las puertas eléctricas y dice que debemos bajar puesto que no es seguro permanecer dentro del vehículo, cuando nos estamos apretujando para salir oigo que un chico a la izquierda de Mita dice:

― Espero que esto sea de verdad y llegue hasta las últimas consecuencias ¡A ver si salimos de este gobierno de mierda!― eso está tan mal... «Amigo no puedes hacer eso, no aquí, ¡no en este momento!» Mita lo mira como si es su héroe, ella responde:

― De hecho estoy de acuerdo contigo, ¡Ojalá por fin despertemos de estos treinta y cinco años de represión!― Inmediatamente toda la multitud intentando bajar del bus los mira, una señora de aspecto humilde grita en su dirección, nuestra dirección.

― Son unos desgraciados ricachones, ¿Qué hacen aquí, entonces? váyanse de este «país de mierda», no permito que se metan con mi gobierno, ¡Los voy a hacer arrepentirse de sus palabras! ¡A mi presidente lo respetas!― Mita hace cara irónica, ella no tiene miedo para nada, el chico alto y de piel aceitunada a su lado tampoco, parece un estudiante, nos dejamos llevar por la masa de gente y ya estamos en la acera, todos a nuestro alrededor, escucho como gritan cosas como: «Ya, ¡Hay que lincharlos!» o «¡Fuera de aquí malditos extranjeros!», siento que fue tan mala idea venir, ¡Tan, pero tan mala! pienso en que he sido una inmadura... papá tenía razón acerca de esto...

Estado sentimental: es complicado (DGPP #2).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora