3. Rehén

38.9K 3.1K 1.7K
                                    

Me alejé de Peter Pan pensando en todos los insultos que conocía y que hubiera podido decirle, ese chico era el ser más insoportable que había tenido el disgusto de conocer.

Volví a sentarme debajo del árbol y después de lo que pareció una eternidad, el sueño me comenzó a vencer. No quería quedarme dormida porque sabía que debía estar alerta, pero al ver a los chicos me percaté de que no era la única con sueño.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —dijo Félix en un bostezo.

—Una hora —contestó Pan.

—No puedo más —dijo quitándose la capucha y tallando sus ojos.

La luz de la Luna me permitió observar a Félix con más detalle, me sorprendió descubrir que era un chico rubio lo que combinaba con sus ojos azules y rasgos afilados. La única imperfección en su rostro era la cicatriz que nacía desde el centro de sus cejas y llegaba hasta su mejilla, aún así eso le daba un toque peligroso. Era bastante guapo aunque no tanto como Pan, por supuesto.

Me sorprendí a mí misma pensando en que Peter Pan era atractivo, me insulté mentalmente por ello pero traté de excusarme con el hecho de que el sueño seguro me estaba afectando las neuronas.

—¿También quieres dormir, eh? —dijo Pan mirándome.

Le dediqué mi mejor mirada de escepticismo, sabía que se estaba burlando pero sus preguntas obvias me seguían pareciendo irritantes.

Él movió su mano y sentí crujir el árbol que tenía a mis espaldas, en pocos segundos enormes raíces me cubrieron casi por completo, antes de que pudiera reaccionar ya estaba atada al árbol.

—Para que no te de frío, muñeca —dijo dedicándome un guiño.

Intenté soltarme pero sólo gané que él apretara más las raíces y que se dificultara mi respiración, por lo cuál pude deducir que si seguía moviéndome terminaría con las costillas rotas o muerta.

Pensé en que tal vez dormir era la mejor idea, después de todo no tenía de qué preocuparme, sólo debía esperar a que amaneciera y el problema acabaría. Mi padre entregaría lo que el desquiciado pedía porque casi podía asegurar que tenía todo en su tienda de antigüedades, él tenía extraños artilugios de todo tipo.

No sentí en qué momento me había quedado dormida pero una violenta sacudida fue lo que me despertó, abrí los ojos intentando enfocar mi vista hasta que pude mirar con resolución al chico rubio.

—Despierta —dijo en un susurro—, no querrás que Peter te lance al mar.

Miré a Félix confundida y después a mi alrededor, estábamos en el muelle de nuevo. El rubio miró el amarre en mis muñecas, casi pude ver pena en su mirada.

—Si intento arreglarlo, ¿prometes no hacer algo estúpido?

Incapaz de responder con palabras debido a la mordaza, sólo me limité a asentir. Félix deshizo el nudo en mis muñecas, había cambiado la forma en que tenía las manos atadas, ahora las tenía cómodamente amarradas al frente.

La tensión que estaban en mis hombros debido a la incómoda posición casi desapareció, me paré como pude y al darme vuelta pude ver a Pan acercándose hacia nosotros. Félix se alejó de manera discreta, algo que no pude evitar notar.

—Qué lástima, quería ver cuánto tiempo tardabas en ahogarte —dijo Pan al llegar a mi lado.

Resoplé con fastidio al verme incapaz de hablar, me comenzaba a hartar el no poder decirle lo que se merecía. Observé mis manos y caí en cuenta de que podía quitarme la venda con facilidad, así que lo hice.

No te pertenezco Peter PanWhere stories live. Discover now