7. Vestimenta inadecuada

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Pan hizo un movimiento con su mano, inmediatamente sentí como la ropa regresaba a mi cuerpo. Esta vez vestía un enorme camisón que arrastraba hasta el suelo, lo miré intentando descifrar la razón de mi nueva vestimenta.

—¿Qué significa esto? No uses tus fetiches pervertidos en mí —chillé con indignación.

El castaño negó con la cabeza, desvió la mirada mientras sonreía ante algún chiste interno que seguía sin entender.

—¿Te matará vestirte de manera decente?

Alcé una ceja al escucharlo, le dediqué una mirada de incredulidad. No había nada revelador en la ropa que había elegido Félix para mí, no tenía sentido que me dijera aquello.

—No es que me importe tu opinión realmente, ¿pero qué consideras indecente sobre la ropa que elegí?

Peter desvió la mirada, se cruzó de brazos mientras parecía ir empeorando su humor conforme pasaban los segundos.

—No puedes vestirte de manera provocativa en una isla de chicos —dijo tajante.

—¿Realmente estás escuchando lo que dices? —pregunté ligeramente sorprendida.

Entendía que esos chicos estaban estancados en el tiempo, pero me parecía hasta cierto punto ridículo.

—Todas las chicas de la tierra sin magia son igual a ti, casquivana mustia.

Le dediqué una mueca de desagrado, no terminaba de entender si realmente yo me veía provocativa o si solo él era el pervertido.

—¿Con quiénes te relacionas? No me digas —lo corté antes de que abriera la boca—, lamento decepcionarte pero no creo ser igual a ellas. 

—No te pareces en nada a ellas —dijo mirándome con desprecio—. Tú tienes menos clase, eres poco femenina, tienes el lenguaje de un pirata y no olvidemos lo odiosa que eres.

—Cuidado con lo que dices, idiota —dije mientras apretaba las manos en puños.

Pan alzó una ceja y me miró con cara de sabelotodo.

—¿Lo ves?

Estuve a punto de golpearlo pero tuve que resistirme, era lo suficientemente inteligente para saber que él sólo quería molestarme.

—¿No me darás mi ropa?

Él mantuvo su sonrisa burlona y negó con la cabeza. Le dediqué una mirada que expresara toda la rabia que estaba sintiendo y me acerqué al cesto en donde había dejado mi vestido para poder tomarlo.

—¿Qué demonios haces? —murmuró confundido.

Ignoré a Pan y con el dolor de mi corazón rompí el vestido hasta dejarlo a la altura de mis rodillas. Me di la vuelta y me encontré con el castaño estando de pie y mirándome atentamente.

—Fuera de aquí —señalé la entrada.

—Nadie me da órdenes a mí —dijo cruzándose de brazos.

—Como quieras —me encogí de hombros con indiferencia—, es hora de que tú aprendas modales.

Me quité las botas esperando a que Pan terminara yéndose al ver que yo no me iba a dejar intimidar por él, sin embargo parecía demasiado consternado como para poder reaccionar. Sentí que la sangre me hervía al verlo pasmado y sin apartar la vista de mí, me molestaba que mi intento de incomodarlo no daba resultados.

—En primer lugar, ninguna chica se viste para impresionar a todos los hombres a nuestro alrededor y menos para que nos miren —le aclaré.

Furiosa me deshice del espantoso vestido, quedando nuevamente en ropa interior. Estaba tan enojada que el pudor había escapado de mí.

No te pertenezco Peter PanWhere stories live. Discover now