60. Final inminente

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Félix fue el primero en girar para mirarme, la incredulidad y sorpresa eran visibles en su rostro. 

—¿Te lo dijo? —dijo a pesar de que sonaba más como una afirmación que una pregunta.

Me encogí de hombros, restándole importancia a los secretos que me habían ocultado toda mi vida. 

—Incluso dejó que me despidiera de los niños salvajes —comenté con una tenue sonrisa.

Se levantó rápidamente y se apresuró a llegar a mi lado, contra cualquier cosa que hubiese esperado el rubio me recibió con un abrazo.

—Creí que no te volvería a ver —susurró.

Me rompí, enterré mi cara en su hombro mientras lloraba.

—Perdóname, no quise hacerlo —le pedí entre sollozos.

Él me alejó con ligereza, me regaló una pequeña sonrisa, apenas era visible pero seguía habiendo amabilidad en ella.

—Tranquila, sé que no eras tú realmente.

No logró quitarme la culpa pero al menos aligeró un poco el peso, sentía que les debía explicaciones. Tal vez había sido manipulada pero al final del día, había sido yo quien los había traicionado.

—Te juro que antes me hubiese cortado las manos, yo adoraba a Harry.

Él asintió, con la mirada más comprensiva que podía darme.

—Basta, no debes atormentarte, él...

—Puedo dejarlos a solas si lo desean —habló Peter, por primera vez.

Peter parecía indiferente a la tensión que podría existir entre nosotros después de todo lo que había sucedido, extrañamente casi cortés. Lo miré, él seguía en el mismo lugar de espaldas y sin moverse un solo milímetro.

Félix rodó los ojos ante el tono de Peter, me soltó e hizo una leve reverencia.

—Deben tener su último tiempo de calidad abuelo y nieta —se burló—, los dejaré insultarse en privado.

Una sonrisa agridulce apareció en mis labios, él me dedicó una mirada de complicidad antes de irse.  

—Sólo para que lo sepas, tú has sido y serás la única niña perdida de Neverland. 

Me guiñó, giró en sus talones y caminó perdiéndose en la vegetación de la isla. Tuve la sensación de que perdía un gran amigo, tal vez el mejor de todos.

No había tenido la despedida que hubiese deseado pero Félix era el ser más amable y comprensivo que existía, él entendería que las circunstancias no eran las más favorables.

Me limpié las lágrimas que habían escapado, debía esforzarme por estar calmada para poder hablar con Peter.

—Creí que habías dicho que hubo más chicas —dije para llamar su atención.

Se encogió de hombros, él continuaba negándose a mirarme y con la mirada fija en el agua.

—A veces sólo digo estupideces, como cualquier adolescente —agregó.

Mordí mi labio inferior, no sabía cómo debía comenzar, Peter no parecía muy interesado en lo que tenía por decir. Mucho menos en el porqué yo seguía en la isla.

—Pensé que era cierta la historia de Wendy, ya sabes, niñas perdidas en la isla.

—Sólo hubo un par, una la tuve por décadas en una jaula como rehén para manipular a sus hermanos, la otra la trajo Garfio y la maté para quitarle el corazón. No te debo explicaciones pero me gusta alimentar tu idea de que soy un monstruo.

No te pertenezco Peter PanWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu