5. Trato especial

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El rubio había desaparecido por las escaleras, procedí a cambiar mi ropa dos tallas más grande por la que él había elegido para mí. No me hubiese gustado admitirlo en voz alta pero había acertado, me sentía más cómoda con la ropa.

Subí las escaleras y me encontré al chico alto esperándome, llevé mis manos a mi cintura para fingir caminar por una pasarela. Él se llevó una mano a la barbilla, inspeccionando su creación de la colección moda salvaje otoño-invierno.

—Falta algo —murmuró.

Llevó sus manos a su hombro y se deshizo de un especie de arnés que estaba medio cubierto por su capucha, una pequeña daga descansaba a la altura de su cadera. Me ofreció el accesorio de cuero y con un poco de dificultad logré abrochar las hebillas.

—Ahora sí, luces como una autentica niña perdida —asintió satisfecho.

Observé mi vestimenta pensando en que el chico alto tenía razón, debía admitir que él tenía buen gusto.

—Esta vez lo tomaré como un halago —sonreí.

—Ahora sí es hora de irnos —anunció.

Se dio la vuelta para regresar al campamento y tuve que correr detrás de él para no perderme.

—Por cierto —me aclaré la garganta—, me llamo Clarisse. Puedes llamarme Clare.

—Soy Félix, creo que no empezamos con el pie derecho —dijo riendo por lo bajo.

Me sorprendía ver que debajo de la capucha y de la fachada de ayudante malvado, incluso parecía gracioso.

—Pareces agradable. Quiero decir, cuando no intentas matarme por órdenes de Pan —sonreí.

El semblante relajado de Félix volvió a tensarse, drenando el color de su rostro.

—Siempre seré fiel a las órdenes de Pan.

—¿Le aprecias, eh? —dije sin creérmelo del todo.

Me parecía ilógico que un chico que emanaba amabilidad por sus poros pudiera ser el amigo de un ser tan despreciable como Peter Pan, a menos que la amabilidad de Félix fuera la única razón del porqué eran amigos.

—Él es la única familia que tengo y necesito.

¿Serán novios o algo así?

—¿Exactamente cuánto tiempo llevas aquí? —alcé una ceja.

Después de todo eran adolescentes con hormonas en una isla solitaria. Y yo no había visto a ninguna chica por aquí...

—Creo que demasiado tiempo —rascó su nuca—, he perdido la cuenta de los años.

—¿Es cierto que olvidas a tu familia? —pregunté al recordar aquella película de Disney.

—No es del todo cierto, simplemente cualquiera prefiere disfrutar el momento a deprimirse con los recuerdos —dijo nostálgico.

Alcé ambas cejas al escucharlo, no podía creer que él no sabía qué era un agente de bienes raíces pero sí podía tener pensamientos tan profundos. Tenía la ligera sospecha de que había infravalorado muchísimo a Félix.

Al llegar al campamento me encontré con más de una docena de chicos, todos ellos vestían ropa similar. Algunos eran apenas unos niños mientras que otros ya estaban en la adolescencia, aunque al parecer todos eran varios años menores que yo.

—Chicos —dijo Pan sobresaliendo de entre ellos—, denle la bienvenida a la nueva niña perdida.

Todos me miraron extrañados y expectantes, supuse que no estaban acostumbrados a ver a niñas.

No te pertenezco Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora