44. Fricción

26.2K 1.9K 1.9K
                                    

Advertencia: Contenido sexual o de carácter erótico, se recomienda discreción.

N/A: No se asusten, esto no es 50SDG. No escribí porno, pueden leer con tranquilidad.

Sabía que los besos de Peter llevarían a algo más pero conforme pasaban los segundos sentía como mi fuerza de voluntad se iba desvaneciendo, en el momento que me alzó y abracé su cadera con mis piernas fui consciente de que no había vuelta atrás. Pude sentirlo presionando la anomalía de su entrepierna, tratando de ceñirse sobre mí tanto como le fue posible.

Profundizó el beso mientras me abrazaba por la cintura y entrelacé mis manos detrás de su nuca para evitar resbalar. Me llevó a pasos lentos hasta llegar al borde de la cama, colocó una rodilla sobre el colchón y me recostó con cuidado, tratando de no apoyar todo su peso sobre mí.

Reaccioné cuando sentí su mano deslizarse dentro de mi blusa, un escalofrío subió por mi vientre al sentir las yemas de sus dedos ligeramente frías explorando y marcando un patrón de caricias en mi piel.

—Espera, Peter —mascullé entre besos.

Sus labios dejaron los míos y se alejó un par de centímetros, lo suficiente para mirarme a los ojos.

—Aquí en la isla tu cuerpo no sufre grandes cambios, por lo tanto no podemos procrear —me explicó.

—No puedes estar tan seguro —dije nerviosamente—, tal vez en mí no tenga efecto la magia de la isla.

Peter suspiró pareciendo exasperado con mi actitud y colocó ambas manos a mis costados, poniendo distancia entre nuestros cuerpos.

—Para empezar tu cabello no crece aquí, mucho menos podría crecer un bebé en tu vientre. Es imposible.

—No, Peter. Estás demasiado excitado e intentas persuadirme.

—¿Para esto me has estado provocando todo el día? Tú me pediste venir, no te entiendo.

Mordí la parte inferior de mi mejilla sin saber exactamente qué más podía decirle para excusarme. No podía decir que sólo quería alejarlo de mi familia porque temía que ellos le hicieran daño y mucho menos diría que tenía miedo de que él los atacara.

—No puedo hacerlo —admití—, hay cosas que tenemos que hablar antes.

Su mirada se endureció mientras sus cejas se juntaban en un claro gesto de molestia, apartándose de mí.

—Te dije que aceptaría lo que quisieras darme —dijo sentándose en la cama—, no voy a obligarte a hacerlo.

Me senté para verlo a la cara pero sólo podía verlo de perfil, él tenía su mirada fijada en la puerta para evitar mirarme. Suspiré tratando de conectar mi cerebro con mi lengua, necesitaba pensar con claridad y no empeorar la situación diciendo más estupideces.

—Dame tiempo, sólo hasta esta noche —le pedí—. Necesito ordenar mis pensamientos y así poder tomar una decisión.

—¿Quieres escapar con ellos, no es así?

La pregunta y su tono de voz me habían tomado por sorpresa, no entendía de dónde lo había sacado. Era ilógico, había tenido la oportunidad de escapar cuando vi a Henry pero no lo había hecho.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —dije confundida.

—¿Cuándo pensabas decirme que hablaste con Henry?

Sentí la sangre drenarse de mi cuerpo mientras un nudo se instalaba en mi garganta.

—¿Cómo lo sabes? —dije descolada.

No te pertenezco Peter PanOù les histoires vivent. Découvrez maintenant