8. Locura

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Observé al chico rubio tratando de descifrar si estaba bromeando de una forma muy extraña, o si de verdad creía que yo podría hacerle algo a Peter Pan. No era que yo no quisiera, simplemente no podía atentar de ninguna forma contra él porque no tenía ningún tipo de poder o habilidad mágica.

—Pan está loco, Félix.

—¿Con exactitud a qué te refieres? —dijo inclinando su cabeza ligeramente.

Desvíe la mirada de él, me pase la mano por el cabello e intenté pensar en una manera sencilla de explicar qué había sucedido sin entrar mucho en detalles. Detalles bochornosos.

—Hace un rato me intentó matar y en un segundo regresó siendo incluso hasta simpático. Eso en definitiva no es un comportamiento normal —agregué—, yo creo que él...

—Clarisse —me interrumpió—, él siempre es volátil pero quiero que entiendas el contexto. Peter Pan nunca actúa así.

—¿De qué hablas? —dije sin entender.

—Pan nunca pide algo, él solo ordena. Jamás es así de amable, ni sonriente, ni educado —dijo pasando la mano por su cabello.

Por alguna razón el rubio parecía preocupado, no le vi tanta importancia al hecho de que Pan ahora actuaba amable. Supuse que eso era algo bueno, debía serlo.

—Tal vez es sólo un bipolar —me encogí de hombros.

Félix suspiró con pesadez.

—No entiendo qué es lo que le pasa, tengo un mal presentimiento —murmuró preocupado.

Observé la punta de mis botas y tomé una rama del suelo para comenzar con la tarea que nos habían encomendado, pude ver al chico rubio aún con la preocupación en su rostro al incorporarme.

—Da igual, mejor hay que hacer lo que nos dijo para no quitarle el buen humor.

Mientras levantaba algunas ramas para la fogata no dejé de darle vueltas al asunto de Pan, según Félix, él nunca era amable y resultaba sospechoso que de un momento a otro lo fuera.

—Es una trampa —dije pensando en voz alta.

—¿Qué dices? —me miró confundido.

—Tiene sentido, por eso nos hizo venir —dije mirando en todas direcciones.

No sabía qué esperar por lo que me puse alerta de inmediato, no tenía experiencia en emboscadas pero había visto las suficientes películas para saber que en cualquier momento podrían comenzar a atacarnos.

—Te quiere matar, espera —dijo abriendo los ojos como platos—, también me hizo venir. Me quiere matar, ¡a mí!

—Pero...

—Es tu culpa —dijo soltando la leña y tomando un cuchillo que tenía en la cadera.

—Félix, espera, ten cuidado —alcé las manos en rendición.

Mis manos temblaban ligeramente, de un segundo a otro el único chico amable estaba apuntando con un arma. Esta vez sin recibir órdenes de Peter Pan.

—Yo soy su mano derecha, debiste hacer algo grave para que también quiera acabar conmigo —dijo acercándose a mí.

—Yo no hice nada —susurré.

—Dímelo —me amenazó con su arma.

Me aclaré la garganta con preocupación, me sentí estúpida por infravalorar al chico. Había olvidado por un momento que el rubio simpático también era el mismo que había ayudado a Pan, él le era leal.

No te pertenezco Peter PanWhere stories live. Discover now