Capítulo extra: Chicos perdidos

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Peter Pan:

El Sol comenzaba a brillar en Neverland, las nubes parecían esponjosas y eran arrastradas de manera lenta por el viento. Algunas hojas bailaban libres de las copas de los árboles, si prestabas atención podrías escuchar a los pajarillos cantar.

Dejé que mis fosas nasales se impregnaran del olor a tierra y vegetación húmeda, el rocío cubría el ambiente. Sonreí al comprobar una vez más que me encontraba en el paraíso terrenal, casi.

—Esa sonrisa está a punto de sobrepasar la línea de enamorado a maniático —escuché a Félix.

Mi ánimo decayó tan solo un poco, rodé los ojos ante la intromisión de mi fastidioso amigo.

—¿Acaso sobreviviste al hechizo sólo para molestarme con tu existencia? —pregunté elevando la mirada al cielo.

—Sobreviví porque soy una parte esencial de tu final feliz —dijo con una sonrisa.

—Por supuesto —respondí con ironía—, eres la pieza que me complementa día a día.

Félix me dedicó una sonrisa, tal vez engañaba a Clarisse con su actuación de chico inocente o torpe, pero a mí no. Me crucé de brazos, comenzando a fastidiarme tan solo de recordar las veces que ella le había dado la razón a Félix.

—Basta, Peter —fingió pena y abanicó su rostro—. Clarisse sólo lleva dos días fuera, debes controlar tus sentimientos respecto a mí.

Mi rostro se desencajó al oírlo, una extraña sensación hizo que me retorciera en mi lugar. El rubor cubrió mis mejillas a una velocidad impresionante, llegando hasta la punta de mis orejas.

—¡¿Q-Qué cosas dices, imbécil?!

El rubio explotó en carcajadas, llevándose ambas manos al estomago mientras intentaba no caer al suelo. Desvié la mirada sintiéndome muy estúpido, tenía la guardia baja y sus palabras habían logrado descolocarme hasta el punto de hacerme tartamudear.

—Deberías masturbarte más seguido —dije cruzándome de brazos—, te bajará el mal humor por abstinencia y así dejarás de fastidiarme.

Una pequeña carcajada brotó de sus labios, no era ácida o sarcástica como hubiese deseado, por el contrario parecía genuina.

—¿Lo dices por experiencia? Yo creí que el amor había cambiado tu manera de ser, ahora veo la realidad.

Me quedé callado por algunos segundos al ser consciente de la veracidad de sus suposiciones, finalmente desvié la mirada de su sonrisa burlona.

—Sólo déjame disfrutar el regreso de Clarisse —le pedí.

—Peter, sólo se fue dos días —me recordó.

Me encogí de hombros, usualmente no me gustaba admitir mis sentimientos pero cuando se trataba de Clarisse aquellos lograban sobrepasarme.

—Lo sentí un siglo —susurré.

Félix suspiró, llevó su mano a mi hombro y me sacudió.

—Vamos, necesitaban darse un respiro para no terminar matándose.

Observé su brazo antes de quitármelo de encima, no podía evitar recrear en mi cabeza la conversación que había escuchado entre Clarisse y Henry.

—Clarisse necesitaba un descanso de mí —acepté a regañadientes—, el problema es que quiso extenderlo más de lo acordado.

—A estas alturas, deberías saber que ella te elige sobre todo. No cualquiera elige un futuro incierto en una isla en lugar de seguir con el perfecto cuento de hadas que crearon para ti.

Lo observé preguntándome si realmente merecía la lealtad del rubio, aunque hubiesen pasado muchos años aún no entendía su razón de elegir Neverland. La riqueza, el poder, inclusive un reino entero podían ser tentadores para cualquiera. 

—Ew, ya bésense y terminen con esto.

La voz logró que ambos nos sobresaltáramos, Félix soltó mi hombro y casi saltamos un paso atrás. Un pequeño pelirrojo explotó en carcajadas, Harry lo acompañaba pero con una sonrisa tensa.

—¿Sabes cómo te llamaría Tyler? Un tío maricón —me informó Ed.

Mis cejas se juntaron en un gesto de molestia, lo señalé con determinación.

—Cuida ese vocabulario, pequeño idiota. Te cortaré la lengua si vuelves a usar esa palabra despectiva.

—Siempre tan congruente —dijo Félix rodando los ojos.

Alcé una ceja, recordándome que debía dejar de alimentar el rumor de que Félix y yo teníamos una relación demasiado cercana. Rumor que había sido esparcido por mi amada y bromista Clarisse, siempre tan graciosa.

—Y tú, Harry —lo miré con molestia—, más te vale que te alejes de esos gemelos que sólo se dedican a enseñarle insultos a Ed. Clarisse se morirá si te vuelves igual de insolente, o peor aún, me matará a mí.

—Pero Taylor me agrada —se quejó acompañado de un puchero.

—A mí también, aunque ese chico es extraño —comentó Ed, llevándose la mano a la barbilla.

Suspiré con pesar ante la discusión que se acercaba, nos alejamos dejando de lado a los más pequeños de la isla. Félix golpeó mi hombro para llamar mi atención, llevé mi mano al área golpeada.

—Me gusta como no puedes dejar de actuar como una doncella enamorada, a la espera de que su prometido llegue por ella —dijo de manera teatral.

— No actúo como una doncella, imbécil. Yo soy un rey —lo miré de mala gana.

Una sonrisa sarcástica apareció en sus labios, alzó una ceja con interés.

—¿Un rey enamorado a la espera de su princesa? Aunque llegar de la mano de una sombra tenebrosa le quita lo romántico —dijo dubitativo.

Junté mis cejas en una clara muestra de molestia, hasta cierto punto sintiéndome ofendido.

—¿No es hora de que empieces con tus deberes, rubio oxigenado?

Félix pareció pensarlo, se llevó una mano a la barbilla.

—¿Planeas una cena especial por la llegada de Clarisse? Le encantan los hongos con carne —dijo en tono de sabelotodo, como si yo no supiera el platillo favorito de mi compañera.

—Y de postre manzanas con caramelo, esos serán los platillos de hoy —dictaminé.

El rubio asintió, tomó una cesta y se excusó diciendo que cosecharía manzanas en compañía de los pequeños problemáticos. Ya que estarían un largo tiempo ocupados, pensé que podría ocupar el resto de la tarde en ordenar un poco la casa del árbol que compartía con Clarisse.

Había conseguido flores silvestres para ella, una vez más lo hice sin magia para darle algo que había obtenido por mi propia cuenta. Suspiré satisfecho cuando coloqué el pequeño ramo en el tocador, era increíble la diferencia que se sentía en la habitación sin ella.

El lugar parecía solitario, frío. Nuestra cama no lucía reconfortante, aunque su esencia seguía en las sábanas el tacto ya no se sentía tan suave. Clarisse cambiaba la percepción de mi mundo, cuando ella estaba a mi alrededor entonces todo se iluminaba. 

Siempre había creído que era enfermizo depender de una persona para ser feliz, pero es inevitable, no puedo evitar que tan sólo con pensar en ella se instala una estúpida sonrisa en mi cara, es imposible que no me sienta en mi hogar entre sus brazos.

Es imposible no amarla en la manera en que lo hago, es inevitable no querer pasar cada día de mi vida amándola.

N/A: Pequeño capítulo extra, este no era el que tenía planeado pero siento que los niños perdidos necesitaban un poco de protagonismo antes de publicar el siguiente. Poniéndonos en contexto: Peter regresó a Neverland después de que se despidiera de Clarisse.

No te pertenezco Peter PanWhere stories live. Discover now