~Capitulo 12.

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En clase de Arte estamos haciendo puntillismo. Es una técnica pictórica en la que la imagen creada está formada por puntos pequeñísimos. Lo guay es que los puntos solo se ven si te acercas mucho. Cuando miras el cuadro de lejos, parece que lo hubieran pintado a la manera tradicional. El puntillismo es una técnica muy difícil porque se invierte muchísimo tiempo en hacer todos esos puntitos. Y usar los colores correctos en los lugares adecuados es fundamental. si los colores no combinan, aunque sea en una sección muy pequeña, se estropea el cuadro entero.Como era de esperar, a Connor se le da genial el puntillismo.

—Se te da bien todo — le digo —. Yo soy un desastre.

—No, no lo eres —responde él, pero solo está tratando de ser amable.

Estoy intentando pintar una escena submarina, pero no funciona. Se supone que mi pez ángel reina debería tener los ojos color amarillo brillante y rayas azul eléctrico en el borde de la aleta y, en cambio, parece que estoy intentado dibujar un huevo frito con beicon azul. Igual lo puedo hacer pasar por puntillismo post moderno.

—¿Estás seguro de que no soy un desastre? —pregunto.

—Completamente.

—Entonces, ¿qué se supone que es esto?

Deslizo mi obra de arte por la mesa hacia Connor. Él le da la vuelta al folio y apenas le echa un vistazo antes de deslizarlo de vuelta hacia mí.

—Un pez.

—¿Cómo lo has adivinado?

—Porque no se te da tan mal como piensas. Tiene buena pinta.

—¿En serio?

—Sí.

Todo el mundo dice que soy demasiado dura conmigo misma. Es parte de ser tauro. Soy muy cabezota: siempre quiero hacer las cosas perfectas y a veces no me doy cuenta de que ya están suficientemente bien.

—¿Qué te parece el mío? — me pregunta Sophie.

Se sienta con Connor y conmigo desde el día que Ryan se metió con ella aunque es muy callada.

—¡Está muy bien! — le digo.

—Gracias — sonríe en dirección a la mesa.

A Sophie y Connor se les da esto mucho mejor que a mí. Llevo mezclando azul y rojo durante diez minutos y aún no he conseguido obtener el tono de morado que quiero.

—Quizá no existe —me digo a mí misma en voz alta.

—¿Qué? — pregunta Connor.

—El color que estoy intentando hacer. Quizá no existe.

—Creo que no te sigo.

—Me refiero a que... ¿se han inventado ya todos los colores? ¿O hay colores que todavía no existen?

—Sigo perdido.

—A ver... ¿cómo... cómo se hacen los colores?

—¿Cómo se hacen?

—Sí.

—Pues con combinaciones de pigmentos.

—Bueno, ¿y de dónde salen los pigmentos?

—Creo que surgen de manera natural.

—¿Y por qué surgen de manera natural?

—Mmm...

Odio cuando no puedo sacarme de la cabeza este tipo de preguntas. Me torturan hasta que consigo contestarlas. Lo peor de todo es que,normalmente, no suelen tener respuestas claras. Como, por ejemplo, todo lo relacionado con el destino. ¿Tenemos control sobre él o nuestras vidas suceden como determina la suerte, independientemente de lo que hagamos? Esa es la pregunta que más desearía responder, más que cualquier otra en el mundo. Pero, probablemente, nunca lo consiga. La profesora Sheptock nos deja salir antes de la hora. A veces lo hace cuando tiene que preparar algún material complicado para la clase avanzada de la hora siguiente. Así que aprovecho para ir a beber agua de la fuente que hay junto a los vestuarios. Me pregunto si Danielle estará por aquí; a esta hora tiene Educación Física. Justo cuando estoy a punto de marcharme, Danielle sale del gimnasio con un grupo de chicas. Pasan a mi lado envueltas en una nube de bálsamo labial con olor a cereza y desodorante femenino y desaparecen en los vestuarios.

—Hola — me dice —. ¿Has salido temprano de Arte otra vez?

—Menos mal. Dos segundos más y hubiera hecho pedacitos mi fracasada obra puntillista.

—Eres demasiado dura contigo misma.

—Solo cuando es verdad.

—Lani... llevo unos días queriendo preguntarte algo.

—¿El qué?

Danielle mira hacia atrás, en dirección al vestuario. No hay nadie cerca.

—Es solo que... — habla en voz muy baja—. Me preguntaba si... si hay

algo entre Justin y tú.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué piensas eso?

—Porque te sientas todos los días con él a la hora del almuerzo.

—Pensaba que no te habías enfadado por eso. Ya te lo dije, es solo...

—No estoy enfadada. Es que... es que veo cómo te comportas con él.

Esto es complicado. Podría preguntarle qué quiere decir exactamente con eso. Me muero de ganas de que me lo explique pero, entonces,tendríamos que hablar de ello. Y prefiero que no toquemos el tema.

—Solo somos amigos — digo —. Ya sabes que está con Erin.

—Lo sé.

—Nos llevamos bien, nada más.

Es evidente que Danielle no me cree. Somos buenas amigas. Me conoce. Y, precisamente porque somos amigas y me conoce, lo va a dejar pasar. Así se comportan los buenos amigos: te libran de las conversaciones incómodas. Cuando pongo rumbo a clase de Literatura en una dirección que probablemente me hará llegar tarde, no es una decisión consciente. Sin razón aparente, algo me impulsa a tomar un camino distinto del que tomo siempre. Es como cuando estás tan acostumbrado a ir de un lugar a otro que ni siquiera te das cuenta de cómo llegas del punto A al punto B. O como cuando, de repente, te das cuenta de que estás en un sitio al que no recuerdas cómo has llegado. A veces me pasan cosas así entre clase y clase. Pero, ahora mismo, tengo la sensación de que debería dirigirme hacia otro pasillo. Y eso hago. Y, justo al doblar la esquina, me encuentro a Justin.

—Hola — me dice —. Nunca te veo antes de cuarta hora.

—Pues... aquí estoy.

—Guay. ¿Qué tienes ahora?

-Mmm. Literatura.

—¿Con la profesora DeFranco?

—No, con la profesora Martin.

—Dicen que es buena.

—Sí, a mí me gusta.

Suena la campana.

—¿Te veo a la hora de comer? —me pregunta Justin.

-Sí.

Los dos hacemos amago de irnos al mismo tiempo. Me choco con él. O él se choca conmigo. Es difícil distinguirlo.

—¡Ay! —digo — , ¡Lo siento!

—No, ha sido mi culpa. Creo que me perdí el capítulo de Barrio Sésamo de «Mira por dónde pisas».

Intentamos retomar nuestros caminos sin chocarnos, pero nos movemos a la vez hacia la derecha y luego hacia la izquierda.

—Vaya —ríe Justin—. Quizá deberíamos decidir quién pasa primero.

—Yo me quedo quieta.

—Pues yo me muevo ahora.

Por fin Justin consigue salir. Yo me quedo donde estoy, procesando lo que acaba de pasar. ¿Qué me ha hecho venir hasta aquí, sabiendo que llegaría tarde a clase? ¿Ha sido la Energía quien se ha apoderado de mi destino? ¿O he sido yo la que controlaba mi propia suerte?




El novio de mi mejor amiga.Where stories live. Discover now