~Capitulo 41.

505 36 2
                                    

Según la mayoría, de la gente, el otoño empieza el primer día de clase. No estoy de acuerdo. Yo creo que el otoño comienza cuando lo sientes en el ambiente. Como hoy, que el aire es crujiente y frío.

Ya es oficial. Hasta la última voluta de verano se ha evaporado. Me cuesta estar en mi habitación. Es como si no soportara los espacios cerrados. Necesito estar en zonas amplias y abiertas, sitios de los que poder huir si es necesario. Por eso estoy haciendo los deberes en el porche delantero de la casa, sentada en un sofá de mimbre con una manta en el regazo.

Estoy pensando en cómo Blake le plantó cara a su padre. Le ha tenido tanto miedo durante todos estos años y, de repente, ayer, todo cambió. Blake se enfrentó a su peor miedo. Si no se hubiera encarado a su padre, probablemente su futuro hubiera sido muy distinto. Y eso demuestra que tenemos algo de control sobre nuestro destino. Si Blake por fin ha podido decir todas las cosas que se ha estado guardando todo este tiempo, después de tanto dolor y tantos años de tener el corazón dividido, entonces yo también puedo lidiar con esto. Mi miedo a enfrentarme a Erin no es nada en comparación con todo lo que ha pasado Blake. Puedo cambiar mi destino exactamente igual que él.

Si quiero que las cosas cambien, no puedo quedarme sentada esperando a que lo hagan solas. Tengo que darles un empujón. Me levanto de un salto y entro corriendo en casa. Cuando llamo a Erin, me sorprende que conteste.

—¿Dónde estás? —digo.

—¿Por qué?

—Solo dime dónde estás.

—En The Fountain.

—Nos vemos en Green Pond en quince minutos.

—¿Pero qué...?

Cuelgo. Esto solo puedo hacerlo en persona. Green Pond está demasiado lejos como para poder llegar a tiempo en bicicleta. El coche de mi padre no está en el garaje, así que me va a tocar conducir con marchas.

Mientras conduzco, mis niveles de furia aumentan cada minuto que pasa. Estoy tan enfadada que se me cala el coche siete veces. La última vez que lo arranco, tiro tan fuerte de la palanca de marchas que estoy a punto de arrancarla y tirarla contra el parabrisas.

Cuando llego, Erin me está esperando. Por la expresión de su cara, soy incapaz de deducir qué está pensando.

Cierro la puerta del coche de un portazo. Muy fuerte. Erin está junto a la orilla del lago, recogiendo piedrecitas. Cuando me acerco, veo que está intentando lanzarlas para que reboten contra la superficie. Ninguna de las dos hemos sido nunca capaces de hacerlas rebotar, pero seguimos intentándolo.

—¿Por qué sigues comportándote así? — le pregunto.

—¿Comportándome cómo?

—Como si ya no te conociera.

Erin tira otra piedra y se sacude la mano en los pantalones 

—¿Eso me lo está diciendo la persona que me ha robado el novio?

—No, yo no te robé el novio. Empecé a salir con tu ex novio después de que dejara de estar contigo. Deberías tener eso claro.

—No deberías haberte enrollado con Justin de ninguna manera. ¿Qué tipo de amiga eres?

—¡Eres una egocéntrica! ¡El mundo no gira en torno a ti! No... no te das cuenta de cómo repercuten tus acciones en la gente que te rodea. Nunca te responsabilizas de ellas. Solo te preocupan tus intereses. Bueno, ¿pues sabes qué? El resto de la gente también tiene deseos. No todo gira en torno a ti. No me puedo creer que acabe de decir lo que he dicho. Mi intención era venir a hacer las paces con Erin, no a cabrearla todavía más.

—No tengo por qué aguantar esto — me dice —. Me voy.

—¡No! — digo mientras la agarro por el brazo.

-¡Ay!

—¡Escúchame! — digo —. No puedo seguir disculpándome. Ya te he dicho que lo siento. No puedo hacer nada más. No puedo cambiar las cosas. Y, si pudiera, no querría. Siento mucho que Justin rompiera contigo. Pero que yo me mantenga alejada de él no ha solucionado nada.

Erin se suelta de mi mano. Pero no se marcha. Se queda.

Erin se ha estado comportando como si yo fuera la única que ha hecho algo mal pero, ¿qué pasa con lo de reenviar el correo de Jason? Una cosa es enfadarte con una amiga y otra muy diferente intentar que el resto del mundo también la odie.

—¿Cómo pudiste reenviar el email de Justin? —le pregunto.

—Sé que hice mal. Es que... Estaba muy enfadada.

—Pero no es justo que ahora todo el mundo me odie.

—Llevé las cosas al extremo —replica Erin—, Lo siento.

Veo que está dándole vueltas a uno de sus anillos. Está nerviosa, pero intenta disimularlo. Quizá Erin no sea tan valiente como siempre he pensado.

Y, entonces, me doy cuenta de lo mucho que la echo de menos. La extraño muchísimo.

Se me encoge la garganta. Tengo los ojos llenos de lágrimas.

—¿Cuánto tiempo vas a querer que estemos así? — le digo —. Ya no estábamos distanciando antes de esto. Sé que tú también te estabas dando cuenta.

De repente, Erin se echa a llorar.

—Lo de la página web estuvo muy mal — dijo —. No deberían haberla hecho.

—¿La hiciste tú?

—No. Pero sé quién la hizo. La obligué a cerrarla.

—¿Quién fue?

—Da igual.

Una oleada de cansancio me recorre. Mi ira se ha evaporado por completo, dejándome como una flor marchita.

—No me gusta estar enfadada contigo — me dice Erin.

—No quería hacerte daño.

—Lo sé.

—¿De verdad?

—Sí. Quiero decir, que lo entiendo, pero eso no hace que duela menos.

—De verdad, siento muchísimo todo lo que ha pasado.

—Me han contado lo que pasó ayer.

—¡Fue cosa de Justin! Le dije que no quería hablar con él, pero...

—Lo sé —me interrumpe Erin—. Pero quería decirte una cosa. No sé si esto es justo.

—¿A qué te refieres?

—Tú quieres estar con él. Y es obvio que él quiere estar contigo. Así que creo que no está bien que yo intente separaros.

—Es...

—Puede que las cosas entre vosotros no salgan bien, pero no quiero que no esten juntos por mi culpa.

—¿Ya no me odias?

Erin sonríe ligeramente. Es la primera vez que la veo sonreír desde que empezó este desastre.

— No puedo odiarte, Lani. Hemos pasado demasiadas cosas juntas.

Se suponía que el lazo entre Erin y yo haría que fuéramos amigas para siempre y que nada podría interponerse entre nosotras. Ahora me pregunto si ese lazo es suficientemente fuerte. Quizá nos hayamos distanciado tanto que el accidente ya no tenga importancia. Quizá el resto de cosas que hemos vivido juntas no baste. No estoy segura de que nuestra amistad sea tan sólida como para sobrevivir al año que viene, cuando vayamos a la universidad.

Pero a pesar de todo, nos conocemos mejor que nadie. Compartimos una historia que hará que siempre estemos unidas. Así que tengo esperanza por nosotras. 

Es lo único que puedo hacer.


El novio de mi mejor amiga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora