~Capitulo 33.

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Cuando Justin me llama para decirme que por fin le ha escrito el email a Erin, me siento aliviada. Me reenvía el correo para que vea lo que le ha puesto. Le dice que nunca quiso hacerle daño y que quiere estar conmigo.

No tengo ni idea de qué va a hacer Erin. Bueno, tengo una pequeña idea. Una idea aterradora. Pienso en llamarla. No dejo de descolgar el teléfono y volver a colgarlo.

Evidentemente, va a estar enfadada. Evidentemente, me va a odiar. No hay nada que pueda hacer contra eso. Lo único que puedo hacer es esperar a que quiera volver a hablarme.

Quizá nunca lo haga. Blake sigue sin hablarme. He intentado llamarlo un montón de veces, pero sigue haciéndome el vacío. Es como si hubiera decidido expulsarme completamente de su vida por un error estúpido.

Tres horas más tarde, cuando suena el teléfono, no me puedo creer que sea Erin.

—Hola —le digo.

—Hola —responde.

Ninguna dice nada. Se escucha un zumbido hueco.

—¿Qué tal? — me dice Erin.

—Bien...

—¿Qué tal está Blake?

—Pues... no tan bien.

—Me imagino.

Erin no parece enfadada. Estaba esperando encontrármela hecha una furia. Quizá no haya leído todavía el correo de Justin.

—¿Sabes lo que he oído? — dice Erin.

—¿El qué?

—Que has sido tú la que ha contado lo de Blake.

—¡No! ¡Fue Ryan Campanelli!

—Pues yo he oído que fuiste tú, y que Ryan solo está contándole a la gente lo que dijiste.

—¡Solo se lo dije a Justin! ¡Estábamos solos!

—Ah, ¿estabas a solas con Justin?

—Bueno... no estábamos... solos. Estábamos en un aula en la que no había nadie.

—¿Por qué?

—Pues... la verdad es que no me acuerdo.

—¿Y te acuerdas de haberme mentido en la cara?

El corazón me deja de latir un segundo.

—¿Has recibido el email de Justin? —le pregunto.

—Quiero oírte decirlo.

—¿El qué?

—Que eres la zorra mentirosa que me ha robado el novio.

El corazón me deja de latir por completo.

—Ya no es tu novio —le digo con voz temblorosa.

—Ah, sí. Gracias por recordármelo.

—No quería...

—¿Sabes? Tuve un mal presentimiento cuando me estaba montando en el autobús del campamento. Estuve a punto de deciros algo. Pero confié en ti. Bianca me advirtió de que no dejabas de tontear con Justin a la hora del almuerzo, pero siempre te defendí. Debería haberme dado cuenta. ¿Por qué si no iban a sentarse solos en una mesa?

—No estábamos tonteando. Y a ti te parecía bien que nos sentáramos juntos.

—¡No me puedo creer que te pidiera que quedaras con Justin mientras estaba fuera!

—Lee su correo.

—Ya lo he hecho. Y ahora toda la clase también puede leerlo.

—¿Qué quieres decir?

—Se lo he reenviado a todo el mundo. Para que sepan cómo eres en realidad. Que sepan que me has robado el novio y me has mentido a la cara. Eso no está bien.

El miedo me recorre entera. Sabía que Erin se iba a enfadar, pero esto es absurdo. ¿Ha enviado el email de Justin a toda la clase? Es como si ya no la conociera. ¿Qué tipo de persona haría una cosa así? Alguien a quien le has arruinado la vida. Alguien que quiere arruinar la tuya.

—Después de todo lo que he hecho por ti... Ni siquiera estarías viva si no fuera por mí — dice.

Eso ha sido cruel. Nunca había sacado a relucir lo del accidente. A ver,hemos hablado de ello y por supuesto que le he dado las gracias por mantenerme con vida aquel día, pero nunca me había dicho nada tan cruel.

Aunque lleva razón. Erin significa para mí más que ninguna otra persona en el mundo. No me puedo creer que yo haya dejado que las cosas fueran tan lejos.

—Lo siento mucho, muchísimo — le digo —. Haría cualquier cosa para arreglar esto.

—¿Cualquier cosa?

—Sí.

—Deja de ver a Justin.

Un momento. Esto no debería estar pasando así. Se suponía que Justin iba a contarle a Erin lo nuestro y que ella se enfadaría, pero después Justin y yo estaríamos juntos y, con el tiempo, ella lo superaría. Todo está saliendo al revés. O quizá no. Quizá esto sea la Energía recordándome todo lo que perdería si Erin no estuviera en mi vida.

No sería solo perder a una amiga. Sería perder parte de mi historia, a alguien que es casi una hermana para mí. Ya le he hecho suficiente daño a Erin. Obligarla a vernos juntos sería torturarla.

—De acuerdo — le digo —. No volveré a verlo.

—¿Prometido?

—Prometido.

—Intentaré creerte. Pero eso no cambia lo que has hecho.

—Erin, ha terminado. Ni siquiera volveré a mirarlo.

—Eso es lo mínimo que puedes hacer.

—Lo siento.

—Muy bien. Una pena que a nadie vaya a importarle eso. Espero que te diviertas mañana en el instituto. Me parece que, precisamente para ti, va a ser un día muy divertido.


El novio de mi mejor amiga.Where stories live. Discover now