~Capitulo 36.

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— Gracias a todos por venir — digo —. Hablemos un poco de quiénes somos y qué hacemos.

La primera reunión de One World siempre es emocionante. Nuestra asociación aumenta cada año. Nunca sabes quién se va a unir; algunas personas siempre son capaces de sorprenderte.

—hay otras que no cambiarán nunca.

Bianca y Marnie siguen riéndose. Cada vez que empiezo a decir algo, se parten de risa.

—¿Te resulta divertido? — le pregunto a Bianca.

—Muchísimo —dice. se echan a reír otra vez.

Continúo con la sesión orientativa.

— Llevo siendo miembro de One World desde el primer año de instituto. Como presidenta, es mi deber informaros de que participamos en eventos comunitarios, como limpiezas de parques públicos y actividades de educación complementaria.

Marnie levanta la mano.

—¿Marnie? — le doy turno.

—Sí, me estaba preguntando si podías informarnos de los talleres.

—¿Qué tipo de talleres?

—Ah, pues no sé... ¿no ibas a organizar uno para enseñarnos a robarle el novio a nuestra mejor amiga?

Algunas de las chicas presentes ríen y susurran. Ninguna está de mi lado, excepto Sophie, que acaba de unirse. Danielle ni me mira. Los chicos (los únicos dos que hay) restriegan los pies contra el suelo, avergonzados.

—Quizá lo organice —le digo—, pero creo que no hace falta que te molestes en apuntarte. Ningún chico querría salir contigo, por muchos talleres que hagas.

Los chicos ríen disimuladamente. Todo el mundo mira fijamente a Marnie, esperando a ver cómo reacciona.

—Por lo menos no soy una puta — dice ella.

—Cállate, Marnie — dice Sophie.

Sigo explicando cosas sobre la asociación y sus objetivos. Al menos Sophie no me odia. Por desgracia, no tiene la misma hora para almorzar que yo. Aunque, últimamente, no tengo nada de apetito. Debería dejar de ir a la cafetería directamente. Quizá a partir de ahora tome el almuerzo en el hueco de las escaleras del ala de Ciencias.

Más tarde, por la noche, cuando mi madre me dice que la cena está lista, sigo sin tener hambre, pero no voy a poder escaparme. Si no bajo a cenar,tendré que soportar una interminable batería de preguntas que no quiero contestar. Así que, después de echar de comer a Wallace y Gromit, bajo las escaleras.

Mis padres saben que no estoy bien. Hay demasiada conversación insulsa y nerviosa en la mesa para disimular que no pasa nada.

—¿No tienen estos tomates un aspecto increíble? — suelta mi madre.

—Alucinante — confirma mi padre.

—Acabo de cortarlos de la planta.

—Supongo que el jardín está remontando.

Me observan e intercambian una mirada. Creen que no me he dado cuenta, pero ha sido más que evidente.

Tengo los ojos fijos en el plato: lo raspo con el tenedor y desperdigo las patatas por su superficie.

—Cielo, no has tocado la cena — dice mi madre.

—Sí que la he tocado —replico — . Lo que no hecho ha sido comérmela.

—¿Estás bien?

—Estoy bien.

—Tienes que comer — dice mi padre.

El novio de mi mejor amiga.Where stories live. Discover now