~Capitulo 39.

451 33 1
                                    

Cuando eres estudiante de último curso, se supone que deberías estar emocionado porque todo acabará pronto. Ojalá pudiera ser feliz, como todo el mundo. Pero a mí no me da esa impresión. Ocho meses no es sinónimo de «pronto». Todavía falta una eternidad para junio.

Pensé que mi último año sería muy diferente. Que todos los alumnos del curso nos sentiríamos unidos por una causa común y que todo sería una fiesta constante. Que no nos importarían los deberes ni las notas después de entregar las solicitudes para la universidad. Que nos concentraríamos en las cosas que realmente importan. Pero el panorama no es exactamente así.

Connor me dio la nota de Justin hace dos semanas. He estado llorando cada noche, echándolo de menos. Por si no tuviera suficientes problemas, no soy capaz de encontrar el trabajo de Literatura que tenía que entregar hoy. Se suponía que tenía que estar en mi carpeta. Lo terminé un día antes de la fecha de entrega porque no tenía nada mejor que hacer.

Pongo la carpeta patas arriba buscándolo. Nada. Después de tirar la mitad del contenido de mi taquilla al suelo, encuentro una nota detrás de unos libros. Es una nota escrita en código, del año pasado. No tengo ni idea de cómo ha ido a parar a mi taquilla, porque guardo todas las notas de Justin en mi casa, en una cajita especial.

La Energía me está mandando una señal ahora mismo. O quizá no. Así que meto la nota en mi carpeta y sigo buscando mi trabajo de Literatura perdido. Me agacho y revuelvo todo lo que he tirado al suelo.

Alguien se acerca y se queda de pie junto a mí.

Reconozco inmediatamente sus deportivas.

—Hola — dice Justin.

Es maravilloso escucharlo hablar conmigo, pero me da demasiado miedo mirarlo.

Justin me ayuda a recoger mis cosas.

—¿Qué ha pasado aquí? ¿Uno de esos extraños terremotos que solo afectan a la mitad del pasillo?

—Algo así.

—¿Cómo estás?

—Triste.

Vuelvo a meter las cosas en mi taquilla. Ni siquiera me acuerdo de qué estaba buscando.

—Yo también — me dice.

Finalmente, lo miro. Parece que llevara días sin dormir.

—No puedo seguir con esto —me dice — . No puedo estar lejos de ti.

Algunas personas llevan mirándonos desde que Justin se ha acercado. Estoy segura de que están comentando lo escandalosa que es esta situación.

Oh, mira, Lani no solo le ha robado el novio a Erin, sino que ahora encima tontea con él delante de todo el instituto. Menudo monstruo.

—Nos están mirando — susurro.

—No me importa —me dice—. Tenemos que estar juntos.

Tengo la garganta tan encogida que no puedo decir lo que realmente quiero.

Justin se acerca.

—Erin ya lo sabe. Ya está dolida. ¿De verdad crees que quiere que tu vida sea así de triste?

—No puede estar enfadada conmigo para siempre. Solo tengo que darle tiempo.

—Bueno, pero esto ya no es asunto suyo. Es asunto nuestro —Justi me acerca a él —. Y me da igual quién se entere de esto.

Entonces, me besa.

Justo aquí, en medio del pasillo, mientras todo el mundo nos mira.

Me besa.

Creía que me acordaba de lo que sentía al besarlo. Pero esto no puede estar pasando.

—Te quiero — dice Justin.

Cuando ha empezado a besarme, todo el pasillo se ha parado a mirarnos. Lo que implica que todo este montón de gente acaba de escuchar a Justin decir que me quiere.

—Deja esto ya — dice Justin—. ¿De qué tienes tanto miedo?

Estoy en estado de shock, demasiado alucinada para decir nada. Todo el mundo nos mira. Algunas de mis cosas están aún por el suelo. Llego tarde a clase.

—Mmm...

Reordeno mis bártulos rápidamente, los meto de mala manera en la taquilla y cierro la puerta de un portazo. Me tiembla la mano mientras intento marcar la combinación con la ruedecilla.

—Llego tarde a clase.

Sé que Justin quiere que le diga que yo también lo quiero, que deberíamos estar juntos y que ya no me importa lo que piense Erin, pero esto es demasiado.

Justin se queda mirándome, esperando escuchar todo lo que no puedo decir. Alejarme de él es lo último que quiero hacer, pero no sé qué otra opción tengo.

Llegar tarde a Literatura. La profesora Bigelow monta unos dramas tremendos y te quita puntos si no eres puntual. Aunque en realidad da igual, porque mi nota en Literatura es tan mala que unos cuantos puntos menos apenas marcarán ninguna diferencia.

—Ya he recogido los trabajos —dice la profesora Bigelow.

Está esperando a que le dé el mío, así que tengo que admitir que no he podido encontrarlo. No va a haber manera de que me crea.

—No encuentro el mío — admito.

—¿Disculpa? — dice la profesora Bigelow, aunque me ha escuchado perfectamente.

—Lo tenía en la carpeta, pero no soy capaz de encontrarlo. Por eso he llegado tarde.

—Qué pena.

No me cree. Da comienzo a la clase, de todos modos. No sé qué provoca que me eche a llorar. Quizá sea la frustración de haber hecho el trabajo y quedar como una mentirosa a pesar de todo. Quizá sea porque Justin me ha besado y me ha dicho que me quiere delante de todo el mundo y yo me he limitado a marcharme. O quizá sea por tener que venir todos los días a este instituto en el que todo el mundo me odia. Son motivos suficientes para deprimir a cualquiera.

Siempre tengo un paquete de pañuelos en la mochila. Siempre, absolutamente todos los días, menos hoy. Hoy que no puedo dejar de llorar por mucho que intente autoconvencerme de que tengo que hacerlo.

La profesora Bigelow interrumpe la clase.

—¿Lani? ¿Estás bien?

Asiento. Intento aparentar que me estoy tranquilizando. Pero que me pregunte si estoy bien solo empeora las cosas.

Al fondo del aula, alguien suelta una risa que parece un re soplido. La profesora Bigelow saca de entre sus cosas un pase para ir al baño y se lo tiende a la persona que se sienta delante de mí en la fila:

— Dale esto, por favor.

Cuando Marnie se vuelve hacia a mí para entregármelo, me lanza una sonrisa traviesa. Nadie siente pena por mí. Probablemente están pensando:

Esto es lo que te pasa cuando eres una puta. Ah, y no nos creemos que no encontraras el trabajo.

¿Y si Erin no me perdona nunca? ¿Y si estoy alejándome de Justin para nada?

Quizá nuestras vidas no estén predeterminadas por el Destino. Puede que nosotros tengamos algo de influencia. Si deseas algo con mucha intensidad, ¿puedes cambiar tu destino? ¿O las cosas que quieres con todas tus fuerzas se harán realidad de todos modos, sin importar lo que tú hagas para conseguirlas?


El novio de mi mejor amiga.Where stories live. Discover now