Capítulo 18 - Las cosas sucias se lavan

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◆ALLIE◆

25 DE JULIO DEL 2011

A Grace se le ha metido la idea de querer un picnic. Los personajes de algún libro infantil que su mamá le compró tuvieron un picnic, así que ella ahora quiere uno. Estuvo muy insistente desde que llegué, por lo que le dije que ya veríamos si hacíamos uno antes de que terminaran las vacaciones. No quedó muy satisfecha con la respuesta.

Cerca del medio día, después de dos horas desde que Lena se marchó a su trabajo en Murfreesboro, la ciudad vecina, veo a Grace pararse junto a la ventana. Parece intranquila, cambiando su peso de una pierna a otra mientras sus deditos se aferran al marco de la ventana.

—Sí va a venir, ya te dije.

Ella voltea a verme haciendo un puchero con los labios. Hoy milagrosamente su melena se encuentra recogida en un moño alto, despejando su cara de los risos que siempre la cubren. Ladea la cabeza mientras sus manitas juegan con los tirantes del overol de mezclilla que lleva puesto y pisa fuerte con un pie mientras que apoya solo la punta del otro, removiéndolo con impaciencia.

—¿De verdad?

Asiento, rodando los ojos.

—¿Ya son amigos otra vez? —insiste, entornando los ojos con desconfianza.

—Que sí, Tas —suspiro, negando con la cabeza—. Lindo y yo somos amigos de nuevo.

Amigos realmente por primera vez, digo para mí misma y no puedo evitar sonreír. Y entonces me resulta difícil creer que estoy sonriendo por algo relacionado a Matthew Adams, el mismo chico que una vez, ya muchos meses atrás, intentó convertirme en una más de su lista, logrando desagradarme de inmediato, el mismo que dijo en mi cara que me estaba acostando con el bibliotecario sexy —que realmente es sexy— de la universidad y el mismo que llegó a pasar el verano a mi casa, haciéndome ver mi suerte.

Suspiro, negando con la cabeza, y el teléfono suena en ese momento. Grace y yo miramos en dirección al aparato, ella hace un puchero. Nadie la moverá de esa ventana hasta que vea a su lindo.

Voy rápidamente por el teléfono, acciono el botón para atender la llamada y un segundo después la varonil voz de Ryan me saluda.

—Hola, chica universitaria —dice, casi puedo imaginarlo sonriendo—. ¿Cómo estás?

—Hola Ray. ¿No está mi padre cerca?

Grace me clava la mirada en el momento en que escucha que digo "Ray", se debate solo un segundo entre seguir en la ventana esperando a Matt o correr a quitarme el teléfono.

Al final decide que extraña más Ryan que a su lindo, lo que es comprensible porque tiene más tiempo sin ver al primero. Viene corriendo y estira sus manos hacia mí, pidiéndome el aparato mientras murmura "Quiero hablar con Ray-Ray".

Le hago una seña para que espere un momento.

—Isaiah está descansando en su habitación, visitaremos otro proveedor esta tarde. Él no está convencido todavía con la calidad del alimento que nos quieren vender, así que estamos buscando más opciones. Probablemente regresaremos hasta dentro de un par de días.

—Bien —asiento lentamente, aunque él no puede verme—. Oye, Tas está como que impaciente por aquí. La pondré al teléfono antes de que ella se ponga muy loca y le de un ataque por no oír tu voz —digo, dándole un leve golpecito sobre su cabecita que la hace sonreír y aplaudir con emoción.

Ryan se ríe y dice que está bien.

—¡Te extraño muuuuuuuucho Ray-Ray!

Sonrío y ruedo los ojos al oír a mi sobrina, quien se prepara para tener a Ryan un largo rato colgado al teléfono. Se acuesta sobre su estómago en el suelo, sobre una alfombra peluda, con los pies hacia arriba, chocando las puntas mientras ella platica con su próximamente oficial papá. No es que él y Lena hayan arreglado las cosas, pero yo tengo fe en que lo harán.

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