Capítulo 26 - Hablando de un idiota

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◆ALLIE◆

05 DE AGOSTO DEL 2011

Lena se ha esforzado por reprimir la sonrisa todo el rato desde que llegué, cosa que me parece sospechosa. Dejo de pensar en lo que pasó la noche anterior entre Matt y yo y me concentro en mi hermana. Cruzo los brazos sobre mi pecho y ladeo el rostro mientras la analizo. Está terminando de recogerse el cabello con algunas horquillas, se observa en el espejo y se acomoda el cuello de la blusa de su uniforme. Luce presentable como cada día, después de todo es la forma en la que la subgerente de la compañía de renta de autos más importante de la zona debe lucir, es solo que esa sonrisa es diferente.

—Entonces, Lena... —me aclaro la garganta—. ¿Hay algo que quieras decirme?

Inmediatamente suelta un chillido y viene a mí, tomándome de las manos al tiempo que se sienta a mi lado, en su cama. Le miro con ojos muy abiertos, tratando de deducir de dónde viene toda esta agitación.

—Anoche, cuando se fueron, vino Ryan —confiesa, lo que me hace sonreír—. Ay Dios, Allie. Mi corazón late de una forma tan loca. Cuando abrí la puerta y lo vi, creí que se me saldría del pecho. Lo había extrañado tanto...

Lena se lleva ambas manos a las mejillas, soltando un suspiro soñador, lo que no es muy usual en ella. Algo bueno tuvo que pasar para tenerla así.

—¿Esa cara de borrego a medio morir significa que finalmente lo has dejado ponerte el anillo? —me muerdo el labio inferior para contener la emoción y gritar, enseguida busco sus manos y las reviso, encontrándolas vacías.

Frunzo el ceño y ella aleja sus manos.

—Regresamos... pero no puso el anillo —dice con una mueca—. Me dijo algo como que no sería tan fácil conseguir esa alianza de compromiso en mi dedo después de que lo rechacé tan cruelmente.

Abro la boca, sorprendida.

—Lo mato —es lo primero que digo, pero no puedo evitar reír enseguida—. Vale, la verdad es que lamento decirte esto hermana, pero te lo mereces. Lo hiciste sufrir. El hombre te preparó una velada romántica, explotó su lado cursi, es decir, solo faltó que él te entregara la luna y las estrellas atadas con un listón... ¿Y qué hiciste tú? Te pusiste como una loca gritando que jamás te casarías con él y que se guardara su anillo. Solo dale algo de tiempo, confío en que eventualmente vas a ser la señora Neill. Él te ama y tú a él.

—No estoy preocupada por eso en este momento, ahora estoy muy segura de que cuando él se sienta listo para hacer la propuesta de nuevo, entonces yo estaré también muy lista para decirle que sí.

—A lo mejor él está tan traumado por el desplante que le hiciste que quizá sea a ti a la que le toque pedirle matrimonio, quien sabe —me encojo de hombros inocentemente para molestarla—. ¿O estarías dispuesta a esperar por décadas hasta que él esté listo de nuevo?

Ambas nos miramos con ojos entrecerrados, aguantarme las ganas de reír me toma mucha fuerza de voluntad.

—Eres una bruja —sisea, enfurruñada.

Me rio, recordando la forma en la que Matt me llamó un par de veces cuando recién llegó al pueblo.

—¿Qué es lo gracioso?

—Matt solía llamarme «brujita» —le cuento, rodando los ojos al tiempo que sonrío y tiro de los hilitos sueltos del short de mezclilla que estoy vistiendo.

Me percato del brillo astuto en los ojos de mi hermana cuando, después de un sospechoso silencio, busco su mirada.

—Bueno, al menos podrás decir que nunca lo engañaste con tu personalidad como esas chicas que son dulces y tiernas en el noviazgo y luego sacan las garras cuando se casan. Si Matt te lleva al altar un día, lo hará sabiendo lo odiosa que puedes ser.

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