Capítulo 22 - Lindo y risas

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◆ALLIE◆

01 DE AGOSTO DEL 2011

—Así que tú y Matt... —Siento la sangre arremolinándose en mis mejillas al tiempo que le hago un gesto para que se calle—. Exagerada —rueda los ojos y me da un golpe en el brazo—. Ni siquiera está cerca.

Vale, tiene razón. Matt y Grace están en la sala, mientras que Lena y yo nos encontramos en su habitación, pretendiendo que buscamos algo que no estamos buscando. Realmente ella me trajo hasta aquí con ese absurdo pretexto porque casi se le saltaron los ojos cuando abrió la puerta y vio que Matt sujetaba un minúsculo momento mi mano. No habíamos ido hasta allí con las manos tomadas, él solo me dio un apretoncito mientras esperábamos que abriera la puerta. El recuerdo solo hace que sienta esos piquetitos de calor en las mejillas.

—Se discreta Elena —le ruego, exhortándola con una miradita.

Pone ambas manos en su rostro y hace como si gritara, aunque la voz no sale de su garganta. Inevitablemente pongo los ojos en blanco. El corazón está martillando en mi pecho de forma agresiva, ha estado así desde el día anterior.

—O sea que ya son novios.

—N-no —balbuceo.

Elena pone cara de póker, me estudia el rostro, que siento que enrojece más ante su persistente mirada, y finalmente eleva las manos al techo como diciendo que no entiende nada.

—¿Entonces?

—Matt me dijo... cosas —murmuro a las prisas, evitando hacer contacto visual con ella—. Así que hemos decidido no delimitar nuestra relación a una amistad —Elena acerca su rostro al mío de forma impertinente, cruzo los brazos sobre el pecho y siento que mi ceño se frunce—. Si puede ser algo más, entonces vamos a descubrirlo.

—¡Pero te gusta! —declara, más alto de lo que me habría gustado y con más emoción centelleando en sus ojos color miel de la que cabría esperar—. Si vas a darle una oportunidad es porque te gusta, Allie. Y si te gusta, eso no puede haber pasado de un día para otro. ¿No decías que el chico era malo como el cáncer? Porque si él es una enfermedad, me parece que ya la tienes en todo tu sistema, hermanita.

Le lanzo una mirada asesina, cambiando el peso de una pierna a otra mientras me rasco el cuello, que seguramente ya se ha enrojecido también. A Elena la situación le parece desternillante.

—Sabes, tal vez esa es la razón por la que muchas personas mueren solteras —le acuso, mirándola a través de mis pestañas con indignación—. Quizá no se atreven a tener una relación porque tienen parientes jodidamente molestos que les hacen pasar momentos incómodos como este.

—Pues perdóname la vida por querer detalles sobre la primera relación de mi hermanita —replica, alzando las manos y haciéndose un paso hacia atrás.

—¡Shhh! —señalo hacia la puerta, recordándole que por allí, a unos pasos en la sala de estar, se encuentra el chico en cuestión.

—¡Perdón! —gruñe en voz baja, frunciendo el ceño.

Pongo los ojos en blanco y exhalo entre dientes, inflando las mejillas por unos segundos, luego vuelvo a ver a mi hermana y le ofrezco una mano. Ella, que nunca ha sido resentida, me la toma y entonces nos sentamos en la orilla de su cama.

—Matt es... raro —murmuro, haciendo una mueca porque en realidad es no es la mejor palabra para describirlo, solo que en el momento no se me ocurre otra—. No en un mal sentido, claro. Ha resultado mejor persona de lo que pensaba. Me gusta, me gusta de verdad. Físicamente... bueno, a cualquiera. Pero me gusta lo que he conocido de él, me gusta como es cuando está con Grace y que en realidad puede sorprenderte con algún comentario listillo que te hará reír incluso en las situaciones que sonreír parece algo imposible. Es un poco desvergonzado y odioso también, pero entonces creo que eso no me molesta porque no es una máquina perfecta, es solo un chico con debilidades y fortalezas, como todos. Si no me hubiese dado cuenta ya de lo directo que es, tal vez no le habría creído las cosas que me dijo. Quizá habría pensado que era un juego de palabras bonitas para conseguir meterse en mis bragas... pero no lo es, Lena. No siento que lo sea. Por extraño que suene viniendo de mí, creo en él. Y estoy apostando en algo que tiene tantas oportunidades de tener éxito como de fracasar.

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