Capítulo 19 - Mis chicas favoritas

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◆MATT◆

La testosterona se está saliendo de control.

Mierda.

Dios sabe que le he ofrecido mi amistad a Allie con sinceridad, pero también sabe que tengo sangre corriendo por mis venas. Cuando llegué estaba usando unos shorts color rosa y una blusa de tirantes negra que se adhería a su figura de suaves curvas en los lugares correctos y, hombre, no pude evitar los pensamientos.

Cada vez que ella frunce los labios es como si me estuviera incitando a besarla, lo que me obliga a recordarme la forma en la que se podrían joder las cosas si actúo por impulso y eso es como echarme agua fría encima.

No quiero perder lo que hemos logrado. Hemos escalado las murallas que parecían imposibles de derrumbar. Estamos en un punto donde sé que ella no me odia, donde he descubierto cosas de su vida que nunca, ni de broma, pensé que llegaría a conocer. Y no quiero tirar a la basura eso, pero al mismo tiempo siento el irrefrenable deseo de besarla. Tocar sus labios solo una vez más.

Y sé que si lo hago esa sería la última vez. Ella me acusaría de la mierda de ser incapaz de ser amigo de las mujeres. ¿Por qué demonios los amigos no pueden besarse? Axl y Shay lo hacían todo el tiempo. Claro, bueno, ellos han estado enamorados siempre y la mierda, pero... Joder.

Tampoco es que quiera besar a todas mis amigas. Es solo que con ella las cosas parecen más difíciles de lo normal. Tuve que congelar mi cerebro devorando casi la mitad del sándwich de helado y pensar en cosas no tan agradables para evitar ponerme duro. Mi compañero de abajo se estaba levantando en un mal momento, cuando me acerqué lo suficiente a ella como para inundar mis fosas nasales con el aroma a fresias que desprende su cabello. Siento un tirón en mi estómago solo de recordar que estaba tan cerca de la piel tersa y desnuda de sus hombros y cuello, de imaginarme trazando un sendero de besos por ese camino no explorado. Mierda.

Probablemente es porque nunca pasé tanto tiempo en abstinencia y este asuntito comienza a afectarme, haciéndome delirar.

—Nosotros podemos ir —dice Allie, con las mejillas cubiertas de un suave tono rojizo, producto de los últimos rayos del caliente sol que recibimos mientras jugábamos en el agua.

Me gusta pronunciar "Allie" tanto como puedo, porque es como un recordatorio de lo mucho que hemos avanzado en estos últimos días, incluso con los disparates, las peleas y las ganas de tener un poco más de ella. Si me detengo a pensarlo esto asusta, honestamente.

Lena mira un instante hacia mí y luego hacia su hermana, le da una mordida a su rebanada de pizza y mastica lentamente, meditando la propuesta al mismo tiempo. No tengo idea de lo que hablan, estaba tan ensimismado que no les presté atención.

Como estuvimos jugando en el agua hasta tarde, no hubo tiempo de cocinar nada. Me ofrecí a comprar la pizza ya que Allie me echó la culpa de no tener la cena lista por obligarla a entrar a la alberca bajo las ordenes de Grace. Lo habría hecho incluso si la niña no me lo pedía, no fue ningún sacrificio rodearla con mis brazos y tenerla así de cerca, aunque sí que podría encajar muy bien en la definición de tortura.

Sonrío al ver a la pequeña adorable niña adormitada sobre su plato, donde la mitad de su segunda rebana de pizza de pepperoni ya se encuentra fría. Su boquita rosada está ligeramente entreabierta, igual que sus ojos oscuros. Es adorable por completo.

—Voy a llevarla a dormir —digo, limpiándome las manos con una servilleta.

Las hermanas miran a la niña, Lena se apresura a decirme que no me moleste, que ella lo hará, sin embargo insisto hasta que la convenzo. Cargo a la pequeña, quien se cuelga de mí como un monito bebé adormilado entre balbuceos adorables.

UnplannedWhere stories live. Discover now