Capítulo 33 - Más que sólo querer

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MATT

23 de Agosto del 2011

No puedo apartar mis ojos de ella, sigo cada uno de sus movimientos mientras prepara distraídamente unos macarrones con queso para la cena que, honestamente, huelen delicioso.

Algo se estruja en mi estómago al revolotear en mi mente los recuerdos de la noche del viernes. Cierro los ojos, respirando hondo, percibiendo en mis manos el recuerdo de su cuerpo, de cada curva y de la textura de su piel.

Desde donde estoy parado, con los antebrazos apoyados en la barra, me deleito con la vista de unas piernas que con certeza puedo decir que son suaves y que disfruté acariciar.

Esta es la cosa acerca de haber estado juntos: no me hizo perder el interés, no fue algo que apagara todo lo que ella provoca en mí, por el contrario, lo ha intensificado.

Allie da la vuelta, encarándome, y yo soy demasiado lento como para pretender que no me encontraba devorándola con la mirada. Si pudiera, la desvestiría en este preciso momento para volver a adorar su cuerpo.

—¿Se te perdió algo? —pregunta, enarcando una ceja mientras se acerca. Se para exactamente frente a mí y apoya sus antebrazos sobre la encimera de la misma forma en que están apoyado los míos.

—Quizá —le respondo con una sonrisa ladeada—. Pero la verdad es que no podría decidir cuál de todos los tesoros que hay en tu cuerpo es el que busco. En realidad creo que los quiero todos.

Ella se muerde el labio inferior.

—Por Dios, Matt.

Le sonrío y me inclino más sobre la barra para poder besarla. Primero unas presiones suaves e inocentes que luego me tienen succionando gentilmente su labio inferior. Ella se impulsa hacia mí, probablemente parándose de puntitas, y lleva sus manos a la parte trasera de mi cabeza, hundiendo sus dedos en mi cabello. Entreabre los labios, dándome la bienvenida, y mi lengua no pierde el tiempo, se frota contra la suya a un ritmo lento pero constante que definitivamente resulta placentero. Mis manos de algún modo se desplazan a su cuello, acariciando con mis pulgares su piel y notando la forma en la que su vena allí palpita con fuerza.

Soy consciente de que estamos en la casa de Lena y de que debemos controlarnos, por lo que el jugueteo entre nuestras lenguas vuelve a convertirse en algo más inocente. Un par de presiones tibias que termino al deslizar mis labios hasta su mejilla izquierda, donde dejo un montón de besos que terminan por hacerla reír mientras trata de alejarse.

Me rio también, liberándola, y ella sonríe.

—Loco.

—Tú me vuelves loco, bonita —digo, acunando sus manos entre las mías en el centro de la barra que nos separa.

—Adulador —me acusa, frunciendo la nariz de forma graciosa.

—Puedo ser muchas cosas pero no un mentiroso.

—Me he dado cuenta de ello —admite—, lo que hace que me gustes mucho más. Incluso cuando a veces resultas brutalmente honesto. Me gustas.

Su sonrisa, de la nada, decae. Baja la mirada y noto que los preciosos ojos verdes que tanto me gustan se humedecen.

—Oye, oye, ¿qué ocurre?

Libero sus manos solo para darle la vuelta a la encimera que nos separa. Rápidamente entro en la cocina y la atraigo a mi pecho, abrazándola con fuerza. Allie suelta un sollozo bajo.

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