Capítulo 20 - Cosas por hacer antes de morir

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◆ALLIE◆

Siempre dije que cuando finalmente estuviera lista para tener un novio nuevamente, lo que en mi plan perfecto ocurre uno o dos años después de graduarme de la universidad, me fijaría en un chico promedio. Como el tipo que es listo y agradable, pero no necesariamente el más guapo de su barrio.

Nunca he querido al guapo y popular que vuelve locas a todas. De hecho es algo que me molesta. Por ejemplo, cuando descubrí que me gustaba Angus quise darme un tiro en la frente. Él no era el más guapo de la clase con su mata de cabello rubio oscuro, piel clara y unos kilos de más, pero era muy carismático, siempre nos hacía reír con sus bromas tontas y su facilidad de socializar hacía que a la mayoría de las chicas les gustara. Por eso odié que él me gustara también. Me negué el sentimiento por varios meses, hasta que de algún modo él terminó confesándome que yo le gustaba. Fuimos lentamente, primero conociéndonos durante los recesos y tiempos libres, luego me pidió que fuera su novia, tomó mi mano un par de veces y nos besamos también. La clase de besos sosos e inocentes, pero que removían las famosas maripositas en mi estómago. Y luego terminó conmigo. No la pasé mal con comentarios tontos de mis compañeros al respecto porque nosotros nunca se lo dijimos a nadie.

Dolió. Pero lo superé, me enfoqué en las cosas importantes como mis estudios, ayudar en la casa y visitar a Lena a escondidas de mis padres. Luke es quien me llevaba, él apoyó más que nadie a mi hermana durante su embarazo, le consiguió vivienda con una vieja amiga suya de Murfreesboro, una mujer muy agradable por cierto, y le envió dinero todas las semanas. Incluso fue quien pagó el parto en un buen hospital. Se me hace raro, por eso, que estas vacaciones todavía no haya visitado a Grace y a Lena.

Ahora, el hecho de que no quiera al tipo guapo no significa que yo esté ciega. Puedo reconocer cuando alguien es atractivo, siempre he sabido que Matthew Adams lo es. Y mucho. Pero es este cosquilleo en mi vientre, que se ha intensificado en los últimos días, lo que no parece una buena señal. Sobre todo porque, si él me gustara, no sería por el indiscutible hecho de que es guapo. Si solo tomáramos en cuenta el físico, hace mucho habría dicho que él me gusta, así como lo hace Steven el bibliotecario y Chace Crawford, pero ese no es el punto.

Estoy golpeando mi labio inferior con mi dedo índice mientras reviso los anaqueles de la sección de lácteos, buscando la leche que compra Lena para Grace. Ella tiene intolerancia a la lactosa, así que no puede tomar cualquiera.

Matt se quedó con la pequeña demonio de Tasmania en la sección de juguetes, creo que mi sobrina no querrá irse nunca de allí.

Suelto un gorjeo de alegría involuntario cuando encuentro la familiar caja, con doce piezas de tetra briks de un litro cada uno, que indica con letras grandes "sin lactosa". Está hasta la parte de arriba, lo cual me hace odiar por un momento a la gente que elige la distribución de los productos en este lugar. Aunque me estiro, y no soy una chica bajita, las puntas de mis dedos apenas tocan la parte inferior del cartón. Estoy pensando que lo mejor será buscar a Matt o a algún empleado para que me ayude a bajar la caja, que probablemente es muy pesada, cuando un par de brazos fuertes pasan por encima de mí, toman la caja y la depositan dentro de mi carrito de compras.

Volteo a ver a esa persona con el ceño fruncido.

Aunque ahora es un poco más alto que yo, ha perdido los kilos que le sobraban y tiene una corta barba rubia en su cara, puedo reconocer los ojos color miel de Angus. Los mismos que una vez me miraron con cariño.

Él se lleva una mano al cabello rubio algo crecido, despeinándoselo, y me da una sonrisa tímida.

—No estaba seguro de que fueras tú, pero lo eres —dice, dirigiéndome la palabra por primera vez después de varios años.

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