Capítulo 09: La cólera de John Lennon.

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Y la muchacha salió de la casa al jardín con los pies descalzos. Últimamente no sentía cómodos los zapatos de tacón y sandalias que tenía por montones. Se tumbó en el jardín trasero.

Era una noche oscura, John lo sabía porque ni siquiera las estrellas se veían en el cielo, ¿cómo era que habían tenido ese cambio tan drástico?, pensaba. Él aún no se tragaba el cuento de un embrujo pero tampoco encontraba una razón lógica.

¿Cómo se podría ser lógico si antes eran hombres y ahora eran féminas?, ¿a dónde se había ido el pene y de dónde salió la vagina?

¡Y el colmo más grande de todos! Era novia de Mick Jagger, el hombre más sexoso del mundo, el más zorro y con los labios más raros. El tan sólo imaginarlo tocando su cuerpo le hacía temblar, se sentía asqueado, sucio, se sentía basura. Ahora entendía por qué algunas chicas se negaron a tener sexo con él. ¡Quién sabe cuántas infecciones tenía su miembro!

—Brian llamó —dijo Ringo saliendo al jardín. Tomó asiento cerca de John —. Dice que nos tenemos que presentar en un concierto mañana. ¿Puedes creerlo?

John arrugó la nariz.

—El judío dice muchas cosas, pero no sé qué creer ya...

Ringo le estrechó el hombro derecho mientras miraba en dirección a la luna.

—Pues eso es fácil de averiguar, salgamos a la calle y averigüemos.
—¿Tan valiente eres, narizona? —carcajeó John. —Sabes que aunque ya no sea tan grande —apuntó su nariz. —Siempre serás mi narizona...

Ringo rodeó los ojos.

—Bueno John, es preferible salir a quedarme con las princesas de George y Paul quienes presumen sus zapatos y joyería.
—¿De verdad lo están haciendo? —John se levantó del pasto y caminó a la casa Beatle, o Beatla, de todas maneras era su casa. Ringo lo siguió.

Paul había sacado casi todo de su clóset, George sacó todo lo de su zapatera y ambos estaban ahora buscando en sus cajas con anillos, aretes y collares sentados en la habitación, que en sus tiempos como hombres, había sido de juegos. John se sorprendió al encontrar un dije con una "J" en un corazón, que sacó de una de las cajas de Paul. ¿De qué sería?:

—No lo sé, si de hombre me llamaba James Paul, seguro ahora me llamo Jamie o algo así —habló Paul alzando los hombros.
—¿Qué rayos hacen eh? —preguntó Ringo, George le miró y luego bajó la mirada. ¿Cómo decir que las feromonas estaban haciendo un desastre en su cuerpo y ahora le atraía un desconocido?, ¿cómo decir que ahora tenía ganas de probarse toda su ropa y accesorios por si el rubio iba al concierto de mañana?
—Buscamos algo para el concierto de mañana —dijo Paul tratando de cubrir a George, quien se notaba incómodo.
—De eso se va a encargar Twiggy —apuntó John —. Mejor vamos a la calle a conquistar viejas.
—No podemos hacer eso, John —habló George —. Somos mujeres ahora, si vamos a buscar más "viejas" para el fin que quieras, nos van a tachar de homosexuales. No necesitamos otro pleito, si nos convirtieron en mujeres por haberlas ofendido, no quiero que ahora me hagan gay por  ofenderlas de nuevo.
—Lesbianas George, no se dice "gay" —corrigió Paul.
—Lesbianas entonces. Además me sentí mal cuando llamaste "viejas" a las mujeres, me sentí ofendido.
—No empieces con dramas, Harold. ¡Somos hombres!, ¡nosotros eyaculamos y todo!
—No, no es cierto John —empezó Paul —. Ya no eyaculamos, de hecho, pronto nos va a llegar la regla.
—¡Cállate! —John se tapó los oídos —. No empieces tú también, ¿acaso se rindieron?, ¿quieren quedarse así para siempre?
—Claro que no, sabes que quiero recuperar a Jane, pero ofendimos a las mujeres. Debemos pagarla.
—Yo quiero a Mo— Ringo suspiró —, quiero que me ayude a elegir mis trajes y despertar a su lado, estando de cucharita...
—Fuchi, debe ser horrible sentir la cucharita —expresó George.
—¡Oh vamos!, saldremos de ésta, sólo hay que pensarlo.
—¿Y mientras tanto qué, John? —Paul al fin enfrentó a su amigo —. ¡No podemos quedarnos encerrados todo el tiempo!, ¡no podemos negarnos a nada porque tenemos cosas con qué cumplir!
—No lo sé, no lo sé... —decía John. —Por el momento, Macca, hazme caso y salgamos de aquí.

• MORE THAN A WOMAN •Where stories live. Discover now