Capítulo 32: La sesión.

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Brian Epstein ensanchó una sonrisa con sus labios al ver que el auto que llevaría a sus chicas al almacén de modas de Mary Quant, "Baazar" estaba aparcado ya en el estacionamiento de la conocida Carnaby Street.

Descendió de su propio vehículo sintiéndose satisfecho con las cuatro chicas que representaban, pensando que por fin habían comenzado a ser más puntuales que él respecto al tema de las citas. Y es que aquella tarde tendría que ser muy provechosa para ellas, debido a la colaboración que la famosa creadora de la minifalda, Mary Quant, les había pedido con el deseo de ver en las Beatlas sus más novedosos diseños.

El confiando Eppy ingresó por la puerta principal del establecimiento, Baazar, y avanzó con el mismo aire tranquilo entre los pasillos que ya conocía por su visita premeditada al lugar. Se abrió paso a la zona de creación, donde estaría montado el estudio fotográfico para la tan esperada sesión con las chicas como modelos principales; y al llegar ahí su sonrisa se desvaneció como por arte de magia pues, muy diferente a lo que pensaba, el sitio era un caos total que mezclaba la desesperación y agonía.

A quien miró primero fue Mary. La sensacional diseñadora de cuerpo delgado, piel blanca y singular corte de cabello al estilo hongo que le daba un aspecto más penetrante a sus ojos marrón. Llevaba puesto un elegante y casual vestido negro de manga larga, cuello en "v" con solapas blancas y serie de tres botones que se hacían juego en cada muñeca de las mangas. La falda le cubría buena parte de los muslos y sus zapatos de tacón negro hacían una perfecta combinación. Sin embargo, Mary no paraba de dar vueltas de un lado en otro mientras su rostro reproducía muecas de agobio mientras echaba chispas. Esa actitud fue diciembre para que Brian se preocupara.

Y le duró poco aquel sentimiento de relajación por sus chicos.

Enseguida pasó la vista hacia ellas: Paul, llevando un escaso camisón color crema, se mordía las uñas de la mano izquierda mientras seguía con la mirada cada paso desesperado de Mary. Ringo tenía los brazos en cruce, vestido con un mono color azul cielo que estaba a medias de ser arreglado lo suficiente, y su cabello era un caos. George, por su parte, yacía sentado en una de las montaduras del estudio, cerca del fondo blanco que tenía algunas flores coloridas listas para el montaje; él tenía los brazos sobre sus delgadas piernas y las manos entre cada mejilla, mirando a todos sin importar que llevase una camisa abotonada y un short cortísimo. De Lennon no había rastro alguno.

—¿Pero qué está pasando aquí? —masculló Brian frenético. Su estado no podía ser de otro modo.

Al unísono las chicas levantaron la vista para mirar el despavorido rostro de su manager. George intentó sonreír quitándose las manos de ambas mejillas. Mary Quant se acercó a Brian con aire despavorido.

     —¿Por qué no han iniciado la sesión? —indagó el manager con cara de preocupación —. ¿Qué hacen todavía así, chicas?, ¿dónde está Joanne?

     —Está varada, la sesión está varada —masculló Mary después de cruzar los brazos —. Harry Benson, el fotógrafo con quien trabajo para este tipo de sesiones, se encuentra en cama por una terrible varicela que le impide moverse porque tiene ronchas hasta en los pies. Y no puedo retrasar o detener esta sesión porque tengo la agenda ocupada con otros compromisos el resto de la semana. ¡Esto es horrible! Un completo caos.

     Para Mary Quant aquel problema significaba todo: Harry Benson era considerado uno de los mejores fotógrafos del momento por su calidad y lo responsable a la hora de entregar las fotos, además de que llevaban tiempo colaborando en campañas publicitarias y sesiones que solo él podía hacer para tener a Mary satisfecha. Ella no quería perder a las Beatlas por nada del mundo, pues su imagen era idónea para la nueva línea de ropa que planeaba lanzar en cinco días.

• MORE THAN A WOMAN •Where stories live. Discover now