Epílogo.

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Más allá del bosque de Epping. En la lejana, profunda y mágica tierra llamada Aladdor, Christie se regocijaba contemplando su idílico jardín mientras yacía sentada en una mecedora de madera roble y en compañía de su fiel amigo, Lester.

     El día era fresco. La luz solar iluminaba los prados, dando más vida a las rosas y haciendo que los girasoles girasen siguiendo al sol. Los pajaritos jugaban en el aíre acompañados de algunas hadas que dejaban polvo mágico al paso; los animalitos del bosque comían y las dríadas andaban libremente. Christie soltó un suspiro antes de beber una poción de hierbas frescas de su taza.

     Todo era paz. El cosmos bien alineado. Y en el mundo de los humanos no había más problemas en los cuales tuviese que intervenir en defensa de su género.

     Desde que los Beatles habían regresado a sus cuerpos varoniles, solo escuchaba buenas noticias sobre ellos. Que habían hecho una entrevista estupenda con Carl Rogers; que en dicha entrevista John Lennon había elogiado la labor de las mujeres al igual que sus amigos, que la gente les amaba y admiraba más; que las ventas de su disco eran elevadas y que pronto planeaban grabar nuevo material. En fin.

El monstruo de las cuatro cabezas lo había hecho de nuevo. O al menos eso comentaban los medios de comunicación.

—¿Ves cómo tuve razón, Lester? —Christie estiró un brazo para acariciar el lomo del gato.

Lester respondió con un ronroneo. Aunque pasar un tiempo como mascota de Georgine le había gustado, no pudo negar que estar en su preciado bosque y reposando junto a su verdadera dueña eran cosas que agradecía porque echaba de menos no sentirse tan casero.

—Así es. Al final esos Beatles aprendieron la lección —continuó Christie —. Y más les vale seguir siendo buenos y apoyar las causas. ¿Sabes? En el fondo siempre supe que aprenderían y aprovecharían la oportunidad que les di. Debo aceptar que no resultaron ser tan malos como creí.

Acabo por beberse la poción y, en un movimiento de manos repentino, la taza desapareció dando lugar a una radio reposada sobre una mesita. Dos, tres, acto seguido la radio se encendió; Christie lo hizo con la intención de informarse sobre las novedades en el mundo de los mortales.

—Todo está bien ahora... —suspiró.

O eso creía.

De pronto la voz de un locutor anunció el nuevo hit de los Rolling Stones, el cual sonó enseguida y se metió como veneno en los oídos de la bruja Christie, quien se irguió de la mecedora con solo escuchar el título.

Chica estúpida

"No estoy hablando sobre el tipo de ropa que ella viste,
mira que chica estúpida.
No estoy hablando sobre la forma que ella peina su pelo,
mira que chica estúpida.
La forma en que colorea su nariz
Ella muestra su vanidad y la exhibe.
Es la peor cosa en este mundo
bueno, mira que chica estúpida
no hablo de la forma en que ella escarba su nariz.
Mira que chica estúpida
bueno, hablo sobre la forma en que toma y sostiene.
Mira que chica estúpida.
La forma en que habla de los demás
ni siquiera se conoce ella misma.
Es la cosa mas enfermiza en este mundo
bueno, mira que chica estúpida.
Bien, ya estoy harto y realmente tengo mis dudas.
He tratado y tratado pero eso realmente nunca funciona,
como una dama de honor de una reina virgen.
Mira que chica estúpida
Se queja sobre cosas que nunca vio.
Mira que chica estúpida,
no importa si tiñe su cabello
o los colores de los zapatos que usa,
ella es la peor cosa en este mundo.
Bueno, mira que chica estúpida,
como una dama de honor de una reina virgen.
Mira que chica estúpida.
Se queja sobre cosas que nunca vio.
Mira que chica estúpida.
Ella ronronea como un gatito
después se da la vuelta y silba por detrás.
Es la cosa mas enfermizas de este mundo.
Mira que chica estúpida."

Apenas acabó la canción, Christie chasqueó los dedos con brusquedad para desaparecer la radio y se levantó de la mecedora con el ceño fruncido. Ingresó a su casa, cerrando la puerta al paso de forma estrepitosa.

Evidentemente, esa canción le llenó de molestia y deseos de contraatacar.

—¡¿Pero cómo se atreven a llamar a la mujer estúpida?! —bramó —. ¡Y decir todas esas sandeces! Que si la vanidad, que si nos quejamos, que si lo otro... ¡Ah!

     Dio un golpe sobre le mesa de pociones.

    —¡Esto no se va a quedar así!

    Al dar media vuelta chocó con un lado de su caldero. Aquel que usaba para hacer sus hechizos. Al verlo, una sonrisa se le dibujó en los labios.

    —Me parece que esos estúpidos Rolling Stones necesitan aprender una lección. Claro... —aplaudió —. ¡Lester! ¡Tráeme mi sombrero!

     El gato rodó los ojos antes de proseguir. Aquel era un cuento de no acabar.

• MORE THAN A WOMAN •Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin