Capítulo 40: Te necesito.

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Como era de esperarse, el pequeño "incidente" con Jane en el teatro acabó por expandirse a más personas gracias a los periódicos y los reporteros. Al menos en tres planas principales su rostro aparecía junto a un título donde era vista como la víctima, la mártir, la burla...

Titulares como "La trágica Jane Asher", "La ridiculizada...", "La pobre...", o "La desafortunada actriz" eran vistos como un objeto de burla o crítica. Curiosamente Mike McCartney no tenía tales adjetivos en las notas. Sus referencias solo se remetían a "el joven McCartney", y lo describían como el hablador inoportuno que dijo que su novia no era lo suficientemente "buena" para triunfar en América. Al menos la mitad de Londres ya hablaba sobre el tema.

     —Se acabó Paulinne, se acabó. Jane terminó conmigo... —musitó Mike sin ocultar su desdicha y sollozos —. Me dijo que no quería unir su vida con alguien como yo. Dice que soy una persona terrible...

Desde el auricular Paul escuchó como su hermano se sonaba la nariz a causa del llanto. McCartney mayor reprimió un suspiro mientras desviaba la vista hacia una ventana de su habitación, prácticamente cohibido. Hablar con Michael no era precisamente una actividad que le complaciese, mucho menos para su consciencia.

—No sé qué pasó... —Mike continuó lamentándose —. Fui un tonto, un estúpido... Realmente no sé cómo yo pude..., lo que se escuchó... No tenía idea, Paulinne. De verdad. Te juro que pensaba que mi opinión solo era para ti, no que los demás... Oh...

Paul sintió un nudo en la garganta que le acortaba la respiración. Nunca había escuchado a su hermano lamentarse tanto desde la muerte de su madre. Y saber que era por causa suya no le hacía sentirse mejor. Lo único que pudo decir fue:

—Mike...

—Jane piensa que le arruiné la vida. Supongo que sus padres también... Pero ella, al decir que no quería casarse conmigo ni verme nunca más, me destrozó todo, hermana. Todo —lloró Mike —. No sé qué haré sin ella. Yo la amo, la amo...

«La ama...», pensó Paul. «Él dice que la ama...»

Aquellas palabras resonaban mucho en su mente. No era cuestión de solo oírlas de los labios de Mike, podía sentir el dolor de su hermano, el arrepentimiento y la culpa que no era del todo suya. Pues, honestamente, el único error de Mike había sido confiar en su hermana para externar una opinión.

Mordiéndose el labio sin encontrar las palabras adecuadas, Paul se removió inquieto en el sofá. Mientras escuchaba a Mike sentíase observado por miradas que le atormentaban en la mente. Miradas acusadoras y llenas de desdén que le llamaban "traidor" por hacer sufrir a su hermano injustamente.

«Basta, basta...», se decía internamente queriendo ahuyentar a los rostros acusadores y que lo afligían, porque no había nada que reclamar. O al menos de eso intentaba convencerse.

—¿Paulinne?, ¿Paulinne? —la llamaba Mike en aras de preocupación, trayendo a Paul a la realidad —. Hermana. ¿Me estás escuchando?

McCartney volvió en sí. Su respiración estaba agitada y, por temor a que Mike oyese y le preguntara la razón. A fin de cuentas, "Paulinne" no tenía que sentirse culpable, ya que ella no sabía nada del micrófono conectado a las bocinas y así se lo había asegurado a su hermano cuando él le cuestionó sobre el tema.

—Claro que sí... —dijo Paul casi en murmullo.

—Oh, pues dime algo, Paulinne —insistió Mike —. Tú eres su amiga, la conoces quizá hasta más que yo. Tienes que ayudarme. Tal vez si hablas con ella, si haces que me permita volver a explicarle, que sepa lo arrepentido que estoy por haberla defraudado de esa manera. Sé que la herí, pero Paulinne, tú podrías...

• MORE THAN A WOMAN •Where stories live. Discover now