Capítulo 19: Empatía.

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En ese momento George se sintió morir y deseó con todas sus fuerzas desaparecer de la faz de la tierra, hacerse pequeño o romperse en mil pedazos. Comprendía la reacción de Ringo, ya que por un breve lapsus pensó sentir lo mismo si estuviese en sus zapatos. Aunque también sabía que nadie, ni siquiera Ringo, comprendería lo que pasaba en su ser porque no estaban en el cuerpo de Georgine.

     —Georgine, espera —Roger le tomó una mano para impedirle el paso —. ¿Qué ocurre?

     —Tengo que hablar con el-ella... —respondió George, tratando de librarse del brazo de Roger —. Por favor.

     —¿Con Ringo? —articuló Roger y George peló los ojos, sorprendido —. ¿Por qué llamaste a Rosie de ese modo y por qué ella te llamó George?

     Roger estaba dispuesto a no dejar marchar a George hasta no obtener respuestas claras. El nerviosismo se hizo presente dentro del ex Beatle y sus menudas manos de mujer comenzaron a temblar.

    —No-no... No lo entenderías... —balbuceó —. Eso es algo entre ella y yo, por tanto tengo que alcanzarla. Necesito explicarle que...

     —¿Qué cosa? —inquirió Roger —. No comprendo su molestia. ¿Qué hay de malo en que yo te quiera y tú a mí, Georgine?

     Con dulzura Roger colocó sus manos sobre el rostro de George, acariciándole las mejillas. Fue así como él volvió a verse envuelto en una tela de sentires que pertenecían a Georgine. Nuevamente era una mujer.

     —Esto no estuvo bien, Roger... —murmuró a duras penas.

     Pero Roger juntó su rostro al de "Georgine", uniendo la punta de su nariz con la de ella.

     —En verdad me gustas, Georgine. Me gustas mucho —susurró cerca de sus labios —. Déjate llevar por este precioso momento que nos pertenece solo a nosotros. ¿Por qué estaría mal?

     «¡Porque no soy la persona que crees!», quiso gritarle George.

      Con lentitud Roger fue acercando sus labios con el propósito de volver a besarle, pero entonces George le esquivo. No podía dejar de pensar en Ringo.

     —Por favor, Roger, te lo pido. No me beses ahora. Déjame ir donde Rosie. Debo explicarle cómo ocurrieron las cosas... —pidió, casi con anhelo.

     Roger relamió sus labios y se detuvo ante la insistencia de George, quien logró soltarse de los brazos del joven rubio. Suspiro.

     —¿No quieres que te acompañe? —se ofreció —. Tal vez si yo le explico ella...

     —¡No! —le interrumpió George, que sabía lo pésima que era esa idea, pues Ringo jamás lo iba a escuchar. Roger arqueó una ceja —. Te lo agradezco, pero..., esto es algo entre mi mejor amiga y yo. Espero lo entiendas.

     Taylor bajó la cabeza y asintió con debilidad. Ese gesto le oprimió el corazón a George y se mordió el labio inferior. Tampoco se perdonaba el hecho de dejarlo solo y lleno de dudas. Por ende le asió una mano para propinarle calor y "tranquilidad" sin encontrar razones necesarias.

     —Juro que te lo explicaré todo cuando llegue el momento, Roger —le prometió —. Espero me entiendas.

     —Búscame en mi casa —le propuso Roger, muy galán. Sacó del bolsillo de su pantalón una tarjeta y se la entregó a George con delicadeza —. Prométemelo, Georgine. No te haré daño. Jamás podría hacerlo.

     Ante la mirada tierna y anhelante de Roger, cuyos ojos azules resplandecían como el mismo cielo, el ser femenino de George no pudo contenerse. Quería lanzarse a sus brazos y besarlo, sentir protección en vez de temor.

• MORE THAN A WOMAN •Where stories live. Discover now